La terapia colaborativa de Harlene Anderson y Harold A. Goolishan proponen un nuevo estilo de psicoterapia donde el rol de terapeuta y paciente cambian por completo. Este enfoque forma parte del grupo de las psicoterapias sistémicas donde se los sistemas sociales toman un rol protagónico más que los individuos.
En los modelos más tradicionales, el terapeuta se coloca en una posición de sabio y ofrece métodos para solucionar problemas. A diferencia de lo anterior, en el enfoque colaborativo, terapeuta y cliente se encuentran en una relación más horizontal. El terapeuta no se pone a sí mismo en el lugar de un experto, sino que acepta su desconocimiento de la situación. Así, en conjunto con el consultante, pueden construir un diálogo que contribuya a cambiar la perspectiva de los problemas.
¿Qué es la terapia colaborativa de Harlene Anderson y Harold A. Goolishan?
La terapia colaborativa es un enfoque de tratamiento desarrollado por la psicóloga estadounidense Harlene Anderson y su colaborador Harold A. Goolishan. Se suele describir como un modelo de terapia recomendable para personas que han tenido experiencias negativas con terapeutas en el pasado. También tiende a señalarse como un estilo de terapia ideal para individuos que no encajan en las normativas sociales conservadoras.
Por ejemplo, podría ser un tipo de terapia útil para personas homosexuales, bisexuales, intersexuales o transgénero. De igual forma se dice que es aconsejable para gente que elige estilos de vida alternativos como el veganismo o paganismo. Sin embargo, eso no quiere decir que personas que llevan un estilo de vida más conservador no puedan beneficiarse de la misma.
En la terapia colaborativa, el terapeuta adopta el rol de “colaborador” (de allí el nombre del enfoque), en lugar de experto. Es decir, terapeuta y consultante trabajan en un mismo nivel para atender a los motivos de consulta que se están planteando. No se trata de una relación donde el terapeuta es una figura de autoridad que le dice al paciente qué debe hacer y qué no.
Bases de la terapia colaborativa
Uno de los pilares fundamentales de este modelo terapéutico es el constructivismo. Este último término se refiere a una postura filosófica sobre la manera en que los seres humanos adquirimos conocimiento. Por lo general, consideramos que las ciencias, a través de sus técnicas y métodos, son capaces de representar una realidad objetiva y comprobar o refutar hipótesis.
Para entenderlo mejor, en la ciencia más tradicional, el científico se plantea una idea que podría explicar alguna situación específica. Luego, recoge datos sobre el fenómeno, los analiza y comprueba si, en efecto, su hipótesis es correcta o no. Por lo tanto, el fin sería dar respuestas a las preguntas que el investigador se plantea sobre la realidad.
Contrario a eso, el constructivismo desecha la idea de que existe una realidad objetiva que sea posible estudiar. Según los teóricos constructivistas, el conocimiento se construye en un proceso de interacción continuo con el entorno. Todo lo que sabemos sobre el mundo está influenciado por nuestras creencias, ideas, valores, emociones y percepciones. Lo que significa que no hay un mundo ajeno a nosotros que solo podemos comprobar mediante ciertos métodos y procesos.
Otro de los fundamentos de la terapia colaborativa es la psicología sistémica. Dentro de la psicología sistémica encontramos enfoques terapéuticos como la terapia familiar o terapia de parejas. Estos modelos se enfocan en el estudio de los sistemas sociales, los individuos que los componen y la manera en que interactúan entre ellos. Los problemas emocionales o conductuales serían la consecuencia de dificultades en la comunicación.
Además, como una psicoterapia de enfoque sistémico, también considera al terapeuta como parte del sistema del cliente o persona. Solo que se trata de un miembro con cierto entrenamiento que le permite movilizar ciertos procesos dentro del mismo.
¿Cómo es una sesión de terapia colaborativa?
A diferencia de los modelos tradicionales, donde la psicoterapia se desarrolla como una entrevista clínica, aquí se le concibe como una conversación. Por supuesto, no se trata de una charla casual como la que tendríamos con un amigo o familiar, es una conversación con un propósito. En este caso, el objetivo es abrir un espacio para hablar acerca de diferentes situaciones, emociones, pensamientos, etc. El fin último sería crear nuevos significados y perspectivas a través del diálogo.
En este sentido, la terapia colaborativa cambia el rol del terapeuta como sujeto del saber o experto en problemas emocionales. Su función verdadera es participar en la conversación de forma activa, convirtiéndose en una extensión del discurso. Esto significa que el terapeuta intenta hacer que el cliente pueda profundizar aún más en aquello que quiere expresar mediante diferentes técnicas. De ese modo, los significados y la interacción continúan fluyendo.
Siguiendo este hilo, la terapia puede darse con grupos, familias, pareja o con individuos. Por lo general, está dirigida a personas adultas, pero es posible adaptarla para funcionar con niños también.
Otra característica que debemos destacar es el hecho de que el terapeuta es público con sus pensamientos y acciones. En la terapia tradicional, el terapeuta suele analizar la situación que se desarrolla frente a él, elaborando interpretaciones y seleccionando métodos de intervención. Sin embargo, lo hace sin que la persona sepa que eso ocurre.
En cambio, en la terapia colaborativa, el terapeuta comparte sus pensamientos acerca de lo que está sucediendo. Al final, los significados e ideas que surgen mientras participan en la interacción pueden ser útiles para dar un cierre. Esto sería el último objetivo que persigue este enfoque y de allí proviene su utilidad para diversos tipos de problemas.
- Anderson, H., & Gehart, D. (Eds.). (2012). Collaborative therapy: Relationships and conversations that make a difference. Routledge.
- Anderson, H. (2007). The heart and spirit of collaborative therapy: The philosophical stance–“A way of being” in relationship and conversation. Collaborative therapy: Relationships and conversations that make a difference, 43-59.
- Castle, D. J., & Gilbert, M. (2006). Collaborative therapy: framework for mental health. The British Journal of Psychiatry, 189(5), 467-467.