La risperidona es un fármaco que se utiliza principalmente para tratar los trastornos psicóticos, aunque también tiene otras indicaciones. Es uno de los antipsicóticos atípicos o de segunda generación, lo que significa que tiene un perfil de efectos secundarios diferente y, en general, más favorable que los antipsicóticos de primera generación.
Qué es la Risperidona
La risperidona, cuyo nombre comercial más reconocido es Risperdal, forma parte de la categoría de medicamentos antipsicóticos utilizados para abordar los síntomas de la psicosis, como las alucinaciones y los delirios.
Es un antipsicótico perteneciente al grupo de los antipsicóticos atípicos o de segunda generación, y se utiliza principalmente en el tratamiento de trastornos psicóticos como la esquizofrenia, en trastornos severos del estado de ánimo como el trastorno bipolar y para calmar los síntomas de agitación asociado a la demencia, aunque no se limita solo a estas enfermedades.
Este medicamento se distingue por su acción sobre dos clases principales de receptores en el sistema nervioso: los receptores dopaminérgicos D2 y los receptores serotoninérgicos 5-HT2A. Este mecanismo dual le permite abordar eficazmente tanto los síntomas «positivos» (como alucinaciones y delirios) como los «negativos» (como apatía o aislamiento) de trastornos psicóticos.
Comparado con los antipsicóticos típicos o de primera generación, la risperidona presenta algunas ventajas, entre las que destaca un menor riesgo de provocar efectos secundarios extrapiramidales, como temblores o rigidez muscular. Sin embargo, esto no significa que esté exenta de efectos adversos, por lo que su administración debe ser monitorizada de cerca.
Mecanismo de acción de la Risperidona
La risperidona actúa en varios sistemas de neurotransmisión en el cerebro. Tiene una alta afinidad por los receptores D2 de dopamina y los receptores 5-HT2 de serotonina, entre otros. La combinación de antagonismo de estos receptores se cree que es responsable de su eficacia antipsicótica y de su perfil de efectos secundarios. Su mecanismo de acción se centra principalmente en el antagonismo, es decir, bloqueo, de los dos tipos de receptores mencionados:
- Receptores de dopamina (D2): La dopamina es un neurotransmisor que juega un papel fundamental en diversas funciones cerebrales, incluidas las relacionadas con el placer, la recompensa, la motivación y la regulación del movimiento. En enfermedades como la esquizofrenia, se cree que hay una actividad dopaminérgica excesiva en ciertas áreas del cerebro, lo que contribuye a los síntomas psicóticos. Al bloquear los receptores D2, la risperidona ayuda a reducir esta actividad dopaminérgica excesiva.
- Receptores de serotonina (5-HT2A): La serotonina es otro neurotransmisor crucial que afecta el estado de ánimo, la ansiedad, el sueño y otras funciones cerebrales. Se ha observado que la interacción con los receptores de serotonina, en combinación con el bloqueo de los receptores de dopamina, mejora los síntomas negativos (como el aplanamiento afectivo o el aislamiento) y reduce la incidencia de ciertos efectos secundarios relacionados con el movimiento.
- Esquizofrenia: La risperidona es eficaz en el tratamiento de la esquizofrenia, siendo uno de los medicamentos de elección para este trastorno. Puede ayudar a aliviar tanto los síntomas «positivos», como las alucinaciones (escuchar o ver cosas que otros no perciben) y los delirios (creencias falsas firmemente sostenidas), como los síntomas «negativos», como el aplanamiento afectivo, la anhedonia (incapacidad para sentir placer), el retiro social y la falta de motivación.
- Trastorno bipolar: También es utilizada para el tratamiento de episodios maníacos o mixtos asociados con el trastorno bipolar. En estos episodios, la persona experimenta una elevación anormal del estado de ánimo, junto con síntomas como grandiosidad, irritabilidad excesiva, disminución de la necesidad de dormir, verborrea, entre otros. La risperidona ayuda a estabilizar estos síntomas.
- Demencia: la risperidona se prescribe en el tratamiento de síntomas conductuales y psicológicos asociados con las demencias, especialmente en el caso de pacientes que presentan agitación, agresión o psicosis. Sin embargo, es importante mencionar que el uso de antipsicóticos, incluida la risperidona, en pacientes con demencia ha sido objeto de debate y precaución.
- Trastornos del Espectro Autista (TEA): En algunos casos, la risperidona está indicada para tratar la irritabilidad en niños y adolescentes con trastornos del espectro autista. Esta irritabilidad puede manifestarse en forma de comportamientos agresivos, autolesiones o rabietas intensas.
- Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH): Aunque no es el tratamiento de primera línea para el TDAH, en situaciones donde existen síntomas coexistentes de agresividad o desregulación emocional, la risperidona puede ser una opción terapéutica.
- Trastornos de conducta: En algunos pacientes, especialmente en niños y adolescentes con trastornos de conducta graves, la risperidona puede ser útil para controlar comportamientos agresivos, impulsivos o desafiantes.
- Síndrome de Tourette: Aunque no es el tratamiento primario, la risperidona puede ser útil en algunos casos de síndrome de Tourette, una afección caracterizada por tics motores y vocales.
- Trastornos psicóticos inducidos por sustancias: En situaciones donde el consumo de sustancias lleva a episodios psicóticos, la risperidona puede ser usada para controlar estos síntomas.
Cómo tomar Risperidona
La risperidona se puede administrar de diversas maneras, adaptándose a las necesidades específicas y preferencias de cada paciente, lo que maximiza la eficacia del tratamiento y mejora la adherencia al mismo.
Formas de administración
- Vía oral:
- Pastillas o comprimidos recubiertos: Son las formas más comunes de administración de risperidona. Se deben tragar con agua y no se deben masticar.
- Comprimidos bucodispersables: Estos comprimidos se disuelven rápidamente en la boca, siendo una alternativa útil para personas que tienen dificultad para tragar pastillas.
- Solución oral (jarabe): Esta presentación líquida es especialmente beneficiosa para niños y ancianos que pueden tener dificultades para tomar comprimidos. Además, permite un ajuste más preciso de la dosificación.
- Vía parenteral:
- Inyección de liberación prolongada: Esta forma de administración es una inyección intramuscular que libera el medicamento lentamente en el cuerpo. Dependiendo de la presentación, se puede administrar cada 15 o 30 días. Es particularmente útil para pacientes que tienen problemas de adherencia al tratamiento oral, especialmente aquellos que no tienen plena conciencia de su enfermedad.
Posología
La dosis adecuada de risperidona depende del estado clínico del paciente, además de la edad, el peso y la respuesta al tratamiento. Por lo general, el tratamiento comienza con una dosis baja que se ajusta gradualmente según la respuesta y la tolerabilidad del paciente.
Existen diferentes dosis disponibles en el mercado para adaptarse a las necesidades de cada paciente: 0,5 mg, 1 mg, 2 mg, 3 mg y 6 mg.
Es esencial que la risperidona sea tomada exactamente como lo haya prescrito el médico. No se debe cambiar la dosis ni la frecuencia de administración sin consultar previamente. De igual manera, es crucial no interrumpir el tratamiento sin el conocimiento del médico, ya que podría haber un rebote de los síntomas o aparecer efectos de abstinencia.
Efectos secundarios de la Risperidona
La risperidona, como cualquier medicamento, puede causar efectos secundarios en algunas personas. Si bien muchos de estos efectos son leves y pueden desaparecer con el tiempo o con ajustes en la dosificación, otros pueden ser más graves y requerir intervención médica. A continuación, se detallan los principales efectos secundarios asociados a la risperidona:
Efectos secundarios comunes
- Somnolencia: Es uno de los efectos secundarios más frecuentemente reportados. Puede reducirse ajustando la dosis o el horario de administración.
- Aumento de peso: Algunos pacientes experimentan un aumento significativo de peso durante el tratamiento.
- Síntomas extrapiramidales (SEP): Aunque menos comunes que con los antipsicóticos típicos, pueden aparecer temblores, rigidez, acatisia (inquietud motora) o distonías (contracciones musculares involuntarias).
- Aumento de prolactina: La risperidona puede elevar los niveles de prolactina en sangre, lo que puede llevar a síntomas como galactorrea (producción anormal de leche), amenorrea (ausencia de menstruación) o disfunción sexual.
- Dificultad para concentrarse.
- Estreñimiento.
- Sequedad de boca.
Efectos secundarios menos comunes o graves
- Síndrome neuroléptico maligno (SNM): Aunque es raro, es una reacción grave caracterizada por fiebre, rigidez muscular, alteración del estado mental y síntomas autonómicos. Requiere atención médica urgente.
- Discinesia tardía: Movimientos involuntarios y repetitivos, especialmente en la cara. Puede ser irreversible, aunque es menos común con antipsicóticos atípicos que con los típicos.
- Alteraciones cardíacas: Como palpitaciones o cambios en el ritmo cardíaco.
- Alteraciones metabólicas: Como aumento de los niveles de glucosa o lípidos en sangre.
- Hipotensión ortostática: Descenso de la presión arterial al ponerse de pie.
- Alteraciones en la visión.
- Retención urinaria.
Efectos secundarios en poblaciones específicas
- Ancianos con demencia: En ancianos con demencia, la risperidona ha sido asociada con un mayor riesgo de accidente cerebrovascular y mortalidad. Por ello, debe ser usada con precaución en esta población.
Es esencial que los pacientes y sus cuidadores estén atentos a cualquier efecto secundario para poder comunicarlo a su médico. No se debe suspender la medicación abruptamente sin consultar a un especialista, ya que esto puede causar síntomas de abstinencia o un rebote de los síntomas psicóticos. La monitorización regular y el seguimiento médico son fundamentales durante el tratamiento con risperidona.
Dependencia, abstinencia y sobredosis
Dependencia
En términos de dependencia, a diferencia de sustancias como el alcohol o ciertos tipos de drogas, la risperidona no suele causar una dependencia física o adicción tradicional. Esto significa que las personas que toman risperidona no desarrollan una necesidad compulsiva de continuar tomando el medicamento ni buscan el medicamento para experimentar un «subidón» o sensación eufórica.
Abstinencia
La interrupción abrupta de la risperidona después de un uso prolongado puede llevar a problemas. Concretamente, puede haber una reaparición o intensificación de los síntomas psicóticos para los cuales se estaba tomando el medicamento. Además, algunas personas pueden experimentar síntomas como insomnio, náuseas o incluso síntomas parecidos a la gripe después de dejar de tomar el medicamento repentinamente. Debido a estos riesgos, siempre es aconsejable que cualquier cambio en la dosis o interrupción del medicamento se haga de manera gradual y siempre bajo la supervisión de un médico.
Sobredosis
En cuanto a la sobredosis, tomar más risperidona de la indicada puede ser peligroso y requerir atención médica urgente. Los síntomas de sobredosis pueden variar, pero a menudo incluyen somnolencia extrema, sedación, presión arterial baja y ritmo cardíaco acelerado. También pueden presentarse movimientos anormales o involuntarios y, en casos más severos, puede haber alteraciones en la conciencia que lleguen hasta el coma.
Si alguien sospecha que ha tomado una sobredosis de risperidona, debe buscar atención médica inmediatamente. El tratamiento podría incluir medidas para apoyar las funciones vitales del cuerpo y, en algunos casos, procedimientos para reducir la absorción del medicamento, como el lavado gástrico.
- Stahl, Stephen M (2023). Psicofarmacología esencial de Stahl. Bases neurocientíficas y aplicaciones prácticas. UNED-Aula Médica