Mecanismos de defensa de Anna Freud

Redactado por Diego Barrero . Artículo revisado, actualizado y verificado por nuestro equipo de psicólogos por última vez el 18 noviembre 2024.

«Muchas cosas se hacen problemáticas por una sola razón: el descontento con uno mismo» (Anna Freud)

Anna Freud

Anna Freud nació en Viena, en 1895 (Fernández y Tamaro, 2004). Hija de Sigmund Freud, que recibió una inmensa preparación científica como Psicoanalítica, se especializó en los problemas en la educación y en el psicoanálisis infantil, siendo en este último donde se encuentran sus principales aportaciones. Entre ellas, destacan:

  • Delincuencia juvenil.
  • Problemas en la infancia y en la adolescencia.
  • Pedagogía.
  • Profundizó en los estudios de su padre.
  • El Yo y los mecanismos de defensa.

La llegada del nazismo a Austria obligó a la familia Freud a huir a Inglaterra (Ferrer, 2016). Instalados en Londres, Anna se hizo cargo de su padre, enfermo de cáncer, que fallecería en 1939. Durante la Segunda Guerra Mundial, Anna organizó un centro en el que acoger a niños desamparados, donde además de protegerse durante los bombardeos, los niños recibían atención psicológica para enfrentarse a un mundo que no entendían.

Terminada la guerra, su labor para asistir a los niños llegados de los campos de concentración continuaría (Ferrer, 2016). Su larga convivencia y observación de aquellos niños maltratados por la guerra se materializaría en los futuros estudios sobre el psicoanálisis infantil.

Anna Freud

Entre sus primeros pacientes se encuentran los hijos de Dorothy Burlingham, con quien tendría una relación profunda y compleja por el resto de su vida. Fue su compañera de viaje y de vida, y ejerció de madre con los hijos de ella. A pesar de las apariencias, no hay acuerdo entre sus biógrafos acerca del carácter homosexual activo de esta relación, pero Anna se disgustaba frente a los rumores que la señalaban.

En 1936, Anna Freud, habiendo estudiado detalladamente los trabajos de su padre, publicó una de sus obras más importantes, titulada El yo y los mecanismos de defensa, donde identifica diversos mecanismos de los que se vale el «Yo» para afrontar las pulsiones del «Ello», de los cuales hablaremos en este artículo (Fernández y Tamaro, 2004).

Tras la muerte de Sigmund Freud, surgieron sucesores de sus obras, que reivindicaron y abrazaron sus ideas, consiguiendo expandir y matizar aún más las teorías del psicoanálisis ortodoxo. Anna Freud, junto con Melanie Klein y otros, fue una de sus sucesoras, siendo ambas defensoras de ideas contrapuestas, que provocaron uno de los primeros «choque de trenes» de los primeros años del Psicoanálisis.

Anna Freud no fue especialmente rompedora, sino que abrazó las ideas de su padre y las amplió, consiguiendo dar un enfoque más pragmático y menos oscuro al Psicoanálisis. En este artículo nos centraremos en ver detalladamente los diferentes mecanismos de defensa del Yo, que siguiendo el precedente de Sigmund Freud, Anna Freud detalló y amplió en su obra.

Su compañera de siempre, Dorothy, falleció en 1979 a los ochenta y ocho años, hecho que la deprimió sensiblemente. En 1982 Anna padeció un ataque cerebral que afectó su motricidad y habla, aunque no a su lucidez mental. Un año antes había asistido por última vez a un simposio de la clínica, presentando un trabajo sobre patogénesis. A partir del ataque su estado físico era realmente penoso, y sólo podía ser paseada en silla de ruedas. Murió mientras dormía en la madrugada del 9 de octubre de 1982. Su cuerpo fue incinerado en el crematorio donde también reposan las cenizas de sus padres.

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Mecanismos de defensa del Yo

Para la hija favorita de Sigmund Freud, desde el «Yo» es posible acceder a las otras dos estancias: el «Ello» y el «Superyó» (Rodríguez, 2021). Anna Freud se va a centrar en el consciente, en el «yo» y en sus mecanismos de defensa, al contrario de Sigmund Freud, que siempre se centró en el inconsciente.

Los mecanismos de defensa son funciones psíquicas reguladoras (Bels, 1990). Su misión es de regular la energía psíquica, disminuyendo la tensión psíquica para proteger el equilibrio y evitar toda clase de trastornos o perturbaciones por exceso de excitación emocional. Los mecanismos de defensa son las estrategias que tiene nuestro inconsciente para evitar resolver los conflictos en nuestra vida diaria y no afrontar el esfuerzo que eso supone, por lo que mediante ellos se consigue esa evitación.

Entonces, parafraseando a Álava y Álava (2020),  por mecanismos de defensa se entiende los procedimientos que mantienen el equilibrio psíquico de manera inconsciente para enfrentar la angustia o la ansiedad, que pueden o bien proteger al individuo de las agresiones externas, o pueden afectar a su visión de la realidad, siendo esta última consecuencia la más marcada en muchos de los mecanismos, teniendo claro que la protección, especialmente en la infancia, es de vital importancia para el desarrollo óptimo del niño.

Mecanismos De Defensa

El concepto fue formulado principalmente por Sigmund Freud, alegando que son las manifestaciones del ego ante las exigencias de otras instancias psíquicas (el ello y el superyó), para más tarde ser acuñado y profundizado por su hija Anna Freud, en la obra El yo y los mecanismos de defensa, comentada anteriormente. Los mecanismos de defensa, en la teoría psicoanalítica, es una forma de atenuar o, por lo menos, de disfrazar la ansiedad. Nos servimos de ellos para afrontar la ansiedad, la frustración y el miedo (Papalia, 2005).

En el niño surgen algunas estrategias en respuesta a los sentimientos más generalizados de temor y ansiedad, en especial a los que provienen de la atmósfera emocional de la familia y a los relacionados con problemas de moral o con los roles sexuales. Centrándonos principalmente en sus efectos en los niños, son los siguientes:

1. Regresión

La regresión sería un retorno al «yo infantil» como consecuencia de una perturbación del «yo adulto» (Bels, 1990). El sujeto no es lo suficientemente fuerte para asegurar la adecuación al entorno para dominar la situación, circunstancias o acontecimientos. Entonces, el sujeto opta como solución a su problema el volver a un estadio anterior de desarrollo de su vida afectiva y mental en donde se sintió más cómodo, seguro y protegido.

La regresión es la vuelta a la infancia o épocas anteriores de la actual debido a un acontecimiento que provoca que se retomen los comportamientos inmaduros (Rodríguez, 2021). Algunas niñas y niños lo hacen cuando nace un nuevo hermano, cuando se muere la mascota, cuando discuten con sus padres, cuando los padres se divorcian, cuando vive un suceso estresante y traumático, etc.

Regresión

Toda regresión supone una vuelta atrás del proceso de maduración psicológica, tanto afectiva como mental. Por tanto, para el Psicoanálisis es un claro síntoma de neurosis, de desadaptación. El «ello» domina sobre el «yo», lo que tiende a crear una perturbación en la personalidad. El sujeto con una libido en regresión huye de situaciones insoportables refugiándose en pensamientos, sentimientos y modos de conducta primitivos.

En la vida adulta, el pensamiento regresivo es frecuente en sujetos que, a falta de adecuados estímulos de aprendizaje y de superación, quedan arrinconados en su profesión, viendo como otros compañeros alcanzan puestos elevados. La única solución de tales personas es la de refugiarse en otras etapas anteriores, es decir, volver la mente hacia el pasado muerto en donde se sintieron seguros e importantes.

2. Racionalización

Suele ser un mecanismo muy frecuentemente empleado y de alta eficacia (Hinojosa, 1968). Consiste básicamente en emplear la razón y la lógica para justificar actitudes, ideas, afectos y tendencias, que de otra manera resultarían conflictivos y por lo tanto inaceptables. Nos justificamos o justificamos a alguien a través de la razón o de un argumento lógico (Zunzunegui, 2010). Tenemos así todas las explicaciones y excusas de la gente que justifica con ello su conducta.

Racionazicación

La Racionalización para el Psicoanálisis es un mecanismo de defensa del yo que consiste en que la persona intenta defenderse de la ansiedad que le producirían sentimientos o deseos inaceptables intelectualizándolos. También el sujeto trata explicar con argumentos lógicos ciertos hechos inaceptables para el «superyó».

3. Aislamiento

El aislamiento es el mecanismo por el cual un pensamiento o comportamiento se aísla de los demás, de modo que se desconecta de otros pensamientos (Vera, 2020). Es una defensa muy común en casos de neurosis obsesiva. Los ejemplos de este mecanismo son diversos, como los rituales, fórmulas y otras ideas que buscan la ruptura temporal con los otros pensamientos, en un intento de defenderse contra el pulso de relacionarse con otro.

4. Represión

La represión constituye uno de los conceptos fundamentales de la psicología freudiana, siendo una de las barreras de censura entre las instancias psíquicas que propuso Sigmund Freud. La represión es encerrar en el inconsciente recuerdos, ideas, emociones, etc., cuya salida a la conciencia está impedida por las barreras psíquicas de la censura (Bels, 1990).

Por ejemplo, la atracción sexual o el odio hacia el padre o la madre. Otro ejemplo sería el niño que hace algo malo y sus padres le castigan por ello, genera en él ansiedad, asociada al temor a perder el cariño de sus padres, y para evitarlo, el niño reprime el impulso a hacer de nuevo aquello que fue motivo de castigo.

Represión

Cuando en el inconsciente se almacenan emociones reprimidas que acumulan cargas tensionales, es probable que desencadene una neurosis. Este estado tensional puede liberarse de varias formas, como a través del sueño y con disfraces simbólicos. «En algunos casos, los estados tensionales excesivos producidos por la represión se manifiestan también a través de actos o de hábitos simbólicos o simulando algún padecimiento físico como expresión de lo reprimido» (Bels, 1990, p.2).

La expresión corporal de la represión es la rigidez muscular en nuca, hombros, brazos, piernas, pecho, abdomen… Es por esto que debemos aconsejar a ciertos neuróticos los ejercicios físicos, la sauna o los masajes, para que se relajen y queden como nuevos y, sobre todo, en términos psicoanalíticos, una vida sexual sana y abundante (Hinojosa, 1968). Este mecanismo permite que, inconscientemente, las personas olviden acontecimientos o pensamientos dolorosos (Rodríguez, 2021).

5. Conversión

La conversión consiste en la transformación de lo reprimido en un síntoma somático (Moya, 2013). Lo que fue reprimido no ha desaparecido sino que permanece en el inconsciente y pugna por salir de nuevo al consciente. Es un mecanismo que fue notable y típico de la histeria, padecimiento que muestra una franca tendencia a desaparecer, pero que fue muy frecuente a finales del siglo XX, cuando Sigmund Freud comenzó sus estudios sobre el inconsciente (Hinojosa, 1968).

6. Desplazamiento

El desplazamiento es otro mecanismo de defensa que consiste en sustituir a alguien o a algo por la causa real del enfado o el temor. El niño puede estar enfadado con su hermana, pero no puede golpearla, ni siquiera admitir que quiere hacerlo, entonces opta por atormentar a la mascota de la familia. La mente inconsciente redirige las emociones que produce una circunstancia hacia otro objeto, persona o situación. Es importante destacar que la persona suele redirigir una emoción negativa de su fuente original hacia un receptor menos amenazante.

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7. Proyección

Por medio de la proyección, se atribuyen a otros sujetos o situaciones contenidos psíquicos que en realidad no les corresponden y son propios (Hinojosa, 1968). Consiste en atribuir acciones o pensamientos negativos a otras personas, y al hacerlo deformar la realidad.

8. Identificación

Proceso que consiste en incorporar en uno mismo los valores, actitudes o creencias de otros. El niño adopta las actitudes de figuras poderosas, a fin de parecerse más a ellas, para ser más amado, poderoso o aceptado, lo que a menudo disminuye la ansiedad que le causa su indefensión.

La identificación puede ocurrir hacia un punto sólido de la historia personal del individuo o puede producirse hacia un punto externo como un grupo, el jefe o el maestro (Zunzunegui, 2010). En la regresión la persona sigue en sí mismo, sin embargo, en la identificación, la persona empieza a perderse, se pierde a él mismo.

El individuo encuentra un punto de referencia y lo interioriza. A la persona la poseen valores, formas y puntos de referencia que no son de ella ni de su identidad (Zunzunegui, 2010). Ejemplo de ello fue la facilidad con la que mucha gente adoptó la ideología nazi para no ser atacada por el partido de Hitler. Nos olvidamos de nuestros valores morales durante la lucha por sobrevivir, por lo que es más fácil adoptar los del más poderoso.

9. Sublimación

La sublimación es considerado como un mecanismo de defensa el cual permite a los individuos a canalizar todas aquellas pulsiones (estímulos o impulsos, normalmente de contenido sexual o agresivo) y orientarlas hacia conductas consideradas aceptables en nuestra sociedad. Así, esas tensiones o pulsiones psíquicas, pueden no materializarse al ser reorientadas a la sociedad y sus creencias y exigencias.

10. Negación

Cuando la integridad de las persona está en peligro y no es capaz de integrar la experiencia, entonces ésta se niega como válida y como perteneciente a sí misma. De este modo se guarda para su integración en la conciencia posterior. Consiste en no admitir que una situación ha sucedido. El niño por ejemplo puede reaccionar a la muerte de una mascota fingiendo que todavía existe y está viva.

Cualquier situación traumática, ya sea una enfermedad grave, un hábito peligroso o un vicio, pueden ser negados. En este caso, la persona lo niega pero es consciente de la realidad, al contrario que en la represión. Para poner un ejemplo de la vida cotidiana, es notable la frecuencia con que los médicos niegan su propio diagnóstico, conociendo datos con los cuales no dudarían en diagnosticarlo en cualquiera de sus pacientes (Hinojosa, 1968).

11. Formación reactiva

La formación reactiva consiste en comportarse de manera contraria a las propias inclinaciones. Cuando un niño tiene deseos que le causan ansiedad, como la atracción sexual por su madre, tal vez reaccione de una forma contradictoria. Quiere abrazar a sus padres, pero opta por alejarlos a empujones.

El individuo se enfrenta a conflictos emocionales y a amenazas de origen interno o externo y sustituye los comportamientos, los pensamientos o los sentimientos, que le resultan inaceptables, por otros diametralmente opuestos.

12. Condensación

La condensación es un mecanismo por el cual ciertos elementos del inconsciente se reúnen en una sola imagen u objeto durante el sueño. Consiste en la concentración de varios significados en un único símbolo.

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Conclusiones

Sobre los mecanismos de defensa es importante señalar, como lo hizo Zunzunegui (2010) que: Tener mecanismos de defensa no es algo negativo, es algo natural y que nos permite vivir una vida más o menos equilibrada, pero cuando su presencia es excesiva lleva a la persona a una inercia en donde ya no puede o ya no se atreve a vivir cosas nuevas y renovarse (p.1).

Los mecanismos de defensa, desde el punto de vista Psicoanalítico, están con nosotros durante toda nuestra vida, pudiéndose activar uno u otro en cualquier momento según la situación. Son especialmente importantes en la infancia, ya que a veces y desgraciadamente, los niños tienen que vivir y ver situaciones que no son agradables ni normales en su edad ni en ninguna otra, pero especialmente la suya.

Para acabar el artículo me gustaría poner unos ejemplos y ver en ellos el mecanismo correspondiente que está defendiendo al niño de la situación en la que se encuentra. Cabe aclarar que todos son casos supuestos y de ninguna forma son reales, son fruto de la imaginación con fines didácticos.

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Casos

Hemos de tener en cuenta que, los siguientes casos, no corresponden a nombres reales.

Niño abusado sexualmente

Imaginemos que Francisco, de 8 años, está en su habitación. De repente llega su madre y le hace unas proposiciones indecentes, pero él no sabe qué significan, porque nunca le han educado sexualmente, por lo que acepta y hace lo que la madre le pide. El niño se siente un poco extrañado, pero no le da apenas importancia.

Pasarán los años y empezará a entender las normas éticas, morales y legales sobre todo lo relacionado con la sexualidad, entonces llegará un momento en el que el inconsciente del niño se dará cuenta de lo que pasó, lo cual se convertirá en un daño casi irreparable. Antes de que empiece a hacer conjeturas y a reparar en la situación, el «yo» pone en marcha el mecanismo de defensa de la represión, de modo que para Francisco ese suceso no habrá existido.

El acontecimiento se mantendrá en el inconsciente bajo la barrera de la represión que separa las instancias freudianas (yo, ello y superyó), porque es lo mejor para el niño, que está indefenso, y si supiera que ha sido abusado sexualmente por su madre tendría problemas enormes. Lo negativo de esto es que, aunque esté reprimido, tendrá tensión psíquica, ya que la energía reprimida (el abuso) está luchando por salir a la conciencia para poder afrontarlo. Entonces, esa tensión psíquica puede provocar estragos psicosomáticos, provocando en Francisco migrañas, ansiedad, trastornos de conducta, trastornos afectivos…

El problema será también que a Francisco le llevarán al médico, y a lo mejor le recomiendan algo para los dolores y los síntomas, pero no cesan. El médico le recomienda un psiquiatra, para que pueda recetarle pastillas, dopaminérgicos, serotoninérgicos, etc. Después de varios meses tomando la medicación sigue igual, nadie sabe por qué, pero la solución de los profesionales es atiborrarle a pastillas hasta que su eficacia cognitiva quede anulada, valga la redundancia.

Han pasado los años y Francisco ya es mayor, tiene un trastorno depresivo mayor y lleva años medicándose, pero nada mejora. Le recomiendan hacer ejercicio, tomar el sol, salir con amigos, hacer cosas que le gusten…pero nada funciona. No sabe qué pasa, cree que es un caso perdido y que está destinado a estar así, porque «es la vida que le ha tocado».

He aquí donde reside la importancia de la psicoterapia, y en este caso destaco especialmente la terapia psicoanalítica, debido a que no todos los profesionales ni todos los métodos están preparados para aceptar o ayudar a sacar a la conciencia represiones inconscientes que están machacando la vida de un niño. Si se le hubiera tratado antes psicoterapéuticamente, Francisco habría podido conectar con sus sentimientos y recuerdos reprimidos, para sacarlos al exterior pero afrontarlos.

Lo malo de esto no es la medicación. La clasificación diagnóstica del DSM V de los trastornos mentales, los tratamientos farmacológicos, la psicopatología… no son el problema, a veces es necesario ese empujón mediante ese tipo de tratamientos, pero no es suficiente, nunca es suficiente si no se va a la raíz del problema. El pasado importa e influye. No solamente debemos tener una visión prospectiva, sino también retrospectiva. Si no, estaríamos cometiendo uno de los mayores errores que ya estamos cometiendo.

Como diría Ortega y Gasset en La rebelión de las masas, libro maravilloso y que recomiendo, el mayor fallo de la humanidad actual es no tener en cuenta que somos lo que otros nos han dejado que seamos. Somos lo que otros, en el pretérito, han cultivado. No es cuestión de ahora, cosa que no se ha hecho nunca en la historia de la humanidad, ignorar la historia pasada, ya que sería un acto catastrófico, el cual han cometido los líderes de dictaduras y revoluciones del siglo pasado.

Somos la generación con los más pobres conocimientos de historia, siendo lo que somos por ella. La civilización no es como la naturaleza, la civilización ha sido creada por otras personas en el pasado, pero somos la única generación que pensamos que todo viene dado, !porque nos lo merecemos! La historia es lo que somos, sin ella no seríamos «yo», sino que seríamos la nada. Ignorar que lo que tenemos nos lo ha brindado la historia es desagradecido y poco lícito, pero este no es momento de divagar, aunque tiene inmensas implicaciones en la Psicología actual y en la futura.

Muerte de la mascota del niño

Julia, de 1o años, nunca ha tenido ningún problema con sus padres ni con su familia ni ha vivido, a priori, ninguna situación traumática. De repente, llega a casa del colegio y sus padres le piden que se siente. Tras segundos de suspense, finalmente le comunican que su perro, Coco, ha muerto. Ella no se lo cree y se pone a llorar y a patalear. Les dice a sus padres que son unos mentirosos, que eso no ha podido pasar, y se va corriendo a su habitación.

Pasan las horas y Julia parece estar normal, feliz y saltarina como siempre. Está toda la familia en la cocina y dice, «voy a salir a pasear a Coco, ahora vuelvo«, sus padres se quedan ensimismados, no entienden qué está pasando, pero la niña sale y se va. Lo que está actuando aquí, en la mente de Julia, es el mecanismo de defensa de la negación. Ella no quiere creerse que su perro ha muerto, sería muy doloroso para ella, por lo que el «yo» decide poner en marcha el mecanismo de defensa mencionado.

Julia en el fondo sabe que Coco ha muerto, pero como ella no se lo quiere creer, está en negación y sigue actuando como si estuviese vivo. Va a seguir con su vida como antes, como si no hubiese pasado nada. Es importante el trato de los padres, y de un profesional si se hiciese más duradero, porque es necesario que Julia acepte la muerte de su mascota, ya que cuanto más dure esa negación, aunque por el momento sea lo mejor para ella según el «yo», necesita afrontar la realidad de la mejor forma posible.

Divorcio de los padres

Felipe tiene 11 años y siempre ha sido un niño muy responsable y bueno, que nunca a dado problemas a sus padres y que solamente da buenas noticias. Es bastante independiente, feliz, maduro para su edad, ayuda en casa a sus padres siempre que puede, tiene buenos amigos, le va bien en la escuela…un niño de ensueño.

Desde hace unos meses está un poco triste porque nota a sus padres distantes entre ellos, se hablan poco y apenas se dan cariño, suceso extraño sabiendo lo cariñosos que han sido siempre. Una tarde, los padres del niño van a su habitación y le dicen que tienen que hablar con él. Le comentan la situación, cuya conclusión es que van a dejar de estar juntos y van a vivir separados, pero que va a poder seguir viendo a los dos aunque sea en sitios diferentes y no juntos.

El niño se va corriendo y se tumba en su cama. El llanto es doloroso y no para, mientras grita a sus padres diciendo que les odia. Pasan los días y los padres, que aún siguen juntos en casa, le notan diferente. Desde la noticia, ha empezado a hacerse pis en la cama, cosa que no hacía desde hace unos años. También notaban que estaba más irritable, llorando a la mínima, quejándose, no trata bien a sus padres, pide desconsoladamente cariño y atención

Lo que le ha pasado a Felipe es que su «yo», al ver que la situación le superaba y era demasiado dura para afrontarla, ha puesto en marcha el mecanismo de defensa de la regresión. Al pensar que no era capaz de afrontar la situación, el «yo» ha decidido que Felipe regrese a comportamientos que tenía cuando era más pequeño, donde se le daba más atención y no tenía que afrontar ninguna responsabilidad. Esto surge porque, al ver incapacidad en el afrontamiento, volviendo a ser más pequeño no es necesario que lo afronte, porque ya no es el Felipe maduro de 11 años.

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Diego Barrero Psicoactiva

Estudiante de Psicología en la Universidad Pontificia de Salamanca. Con ganas de aprender cada día más y poder compartir conocimiento sobre la Psicología.