La necesidad de agradar

Redactado por Antonio Coronado Hijón . Artículo revisado, actualizado y verificado por nuestro equipo de psicólogos por última vez el 12 enero 2025.

Agradar es una actitud grata para todas las personas, ya que desplegamos amabilidad en las relaciones sociales y conseguimos percibir la valoración positiva de los demás.

Pero como todo en la vida la cuestión está en el grado en que nos guste agradar porque, si es una actitud y conducta excesivas de búsqueda de la aprobación y agrado de los demás, podemos caer en una dependencia emocional que suponga dar el control de nuestro bienestar emocional a otras personas en vez de a nosotros mismos. Ya nos decía el filósofo griego Aristóteles que toda virtud se encuentra en los términos medios de mesura. Por tanto si la amabilidad es una virtud deberemos desplegarla en esos términos.

En el libro Resiliencia; cómo sobreponerse a las presiones y a la adversidad psicosocial, se recoge la explicación de la que fuera primera psicoanalista relevante de la historia de la psicoterapia, Karen Horney, que nos alerta de que agradar a otras personas a nuestro propio coste personal y debido a la necesidad de sentirse aceptado externamente, refleja un grado elevado de dependencia afectiva por el miedo que desarrollamos a que alguien pueda criticarnos duramente en algún momento y eso nos acarree consecuencias adversas que no podamos resolver satisfactoriamente para nosotros. La psicoanalista explicaba que esas situaciones tenían la causa en la excesiva idealización que podemos realizar de otras personas, descompensada frente a una baja autoestima de nosotros mismos. Esta actitud negativa de dependencia emocional crónica es lo que denominó la necesidad neurótica de amor.

Cuando no sabemos aceptarnos y valorarnos suficientemente como personas únicas, nuestra autoestima baja y nuestra tendencia será buscar compulsivamente una mejor valoración, que la que nos hacemos nosotros mismos, en las personas que nos rodean para así conseguir compensarlo con la estima que nos proporcionen otras personas.

El problema es que mientras que no te aceptes y no te tengas el suficiente cariño y autorrespeto, como consecuencia tendrás la necesidad de agradar. Esa excesiva tendencia a agradar, te llevará probablemente a atraer a personas con trastorno narcisista que, a su vez, necesiten personas como tú para solucionar su complejo inconsciente de inferioridad mostrándose continuamente perfectos para que tú los tengas idealizados. Esto puede llevar a un círculo de retroalimentación emocionalmente tóxica entre la persona dependiente que necesita afecto y la persona narcisista que te hará creer que sin su consideración hacia ti, no serás nada. Esa es la estructura de la dependencia emocional.

Actualmente, con el desarrollo de las denominadas redes sociales esa exposición y deseo de aprobación social excesiva, puede mostrarse como una angustiosa necesitad o adicción al like o me gusta, de la propia imagen que mostramos a los demás en esas redes sociales tanto interactivas y virtuales como en las presenciales.

Si nos paramos a analizar esa angustia a la pérdida de aprobación de los demás, que genera una necesidad adictiva de aprobación social, podemos encontrar un origen en nuestros primeros años de vida cuando nuestras necesidades básicas dependían totalmente de las personas que nos cuidaban y educaban y que, por ello teníamos miedo de perder su favor y las graves consecuencias consiguientes que podían tener para nosotros en el desarrollo y confianza psicosocial.

El desarrollo psicosocial

El afamado psicoanalista Erik Erikson publicó en 1950, un libro titulado La niñez y la sociedad. En el que incluyó un capítulo sobre Las 8 edades del hombre. Posteriormente en 1982 escribió El ciclo de vida completo: una revisión.

Erikson consideró que el desarrollo de nuestra personalidad está influenciada por el afrontamiento de ciertos momentos evolutivos socialmente críticos a lo largo de ocho diferentes etapas de nuestro desarrollo psicosocial. Las primeras cuatro etapas están situadas en la infancia y las siguientes cuatro etapas de desarrollo psicosocial desde la adolescencia hasta el periodo adulto.

Pero ese desarrollo psicosocial no se presenta de manera automática y estandarizado para todas las personas sino que es un producto único y personal dependiendo como como la persona resuelve una serie de crisis vitales en la interacción con su entorno social cercano.

El primero de esos momentos socialmente críticos abarca desde el nacimiento hasta los 12 y 18 meses y tiene mucha influencia en el desarrollo de la confianza básica hacia la respuesta que otros (social) darán a nuestras necesidades personales. En este periodo vital el bebé tiene una total dependencia de sus cuidadores, los cuales les proporcionan atención y resolución a sus necesidades básicas de alimentación y autocuidado personal. En la proporción en que el bebé perciba que sus necesidades son atendidas adecuadamente (sin excesos ni sobreprotección), irá construyendo una confianza básica hacia los demás y el mundo que le rodea. El apoyo social percibido coadyuvará en un adecuado desarrollo resiliente para sobreponerse a las crisis y retos vitales posteriores.

De la adecuada resolución entre la confianza versus desconfianza surge la emoción positiva de la esperanza entendida como fortaleza mental personal que provee sentido y significado en el ciclo de la vida.

La otra crisis influyente es la que, entre los 21 y los 39 años se nos plantea sobre el logro de consecución de nuestra intimidad interpersonal positiva sin una excesiva dependencia emocional de los demás y donde la necesidad de agradar a los demás se han de ir ajustando de manera positiva y adecuada al respeto debido (intra e interpersonal) y la cortesía y educación social. La crisis psicosocial que se genera en esta etapa podemos ilustrarla mejor con el ensayo literario denominado El dilema del erizo, que se publicó dentro de la colección de ensayos filosóficos breves del filósofo alemán Arthur Schopenhauer.

Un día helado de invierno, varios erizos se apiñaron muy juntos para, gracias al calor mutuo, evitar congelarse. Pronto sintieron el dolor que les causaban las púas de los otros, lo que los hizo separarse nuevamente.

Pero la necesidad de calor los volvió a unir, y se repitió el retroceso de las púas, de modo que quedaron atrapados entre dos males, hasta que descubrieron la distancia adecuada desde la cual podían tolerarse mejor el uno al otro. (Arthur Schopenhauer- Parerga y Paralipómena .1851).

Resiliencia psicosocial a la necesidad de agradar

La resiliencia psicosocial es la competencia personal de sobreponerse a presiones sociales y por tanto, su desarrollo personal es muy adecuado para gestionar las necesidades básicas de aprecio y apoyo social —sabiendo sobreponerse a la presión social— sin que suponga un grado tóxico de dependencia emocional. (Coronado-Hijón, 2021) y circunstancias negativas psicosociales. Diversas investigaciones (Luthans et al, 2006) han demostrado —que el entrenamiento y desarrollo de la competencia personal de resiliencia psicosocial es posible y que presenta una relación directa con el desarrollo de emociones positivas tales como la satisfacción con la vida y felicidad.

Tal como especifica la American Psychological Association (APA);

Ser resiliente no quiere decir que la persona no experimenta dificultades o angustias. El dolor emocional y la tristeza son comunes en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas. De hecho, el camino hacia la resiliencia probablemente está lleno de obstáculos que afectan nuestro estado emocional.

La resiliencia no es una característica que la gente tiene o no tiene. Incluye conductas, pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier persona.

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Antonio Coronado

Es doctor en Psicología, máster en Terapia de Conducta y especialista universitario en Innovación Docente. Experto en Orientación personal (Guidance), ha desarrollado su labor docente en las Universidad Pablo de Olavide, en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, en la Universidad de Sevilla y en la Universidad Internacional de La Rioja, promoviendo una relevante línea de estudios, publicados en revistas científicas tanto nacionales como internacionales, destacando las últimas aportaciones realizadas en el ámbito de la competencia resiliente y su orientación y promoción en las personas…