No son raras las ocasiones en las que nos encontramos en una conversación que no nos resulta sencilla, ya sea porque no está dirigiéndose hacia donde queríamos, o porque el interlocutor nos incomoda o nos sentimos agredidos… Hoy, te explicamos cómo gestionar conversaciones difíciles.
¿Por qué aparecen las conversaciones difíciles?
Lo cierto es que las conversaciones difíciles pueden aparecer en multitud de circunstancias y situaciones. Pero lo cierto es que, independientemente de ellas, siempre se dan por el mismo mecanismo: Tu cerebro emocional está tomando las riendas.
Tu cerebro emocional actúa cuando tu mente racional no es capaz de enfrentarse a la situación que tiene delante. Esto sucede en muchas situaciones de la vida, no solo en las discusiones.
Seguro que, alguna vez, has hecho algo sin saber ni por qué. Y, seguramente, ha sido algo que te ha salvado la vida o te ha salvado de algún peligro importante. Bien, lo que actuó ahí fue tu cerebro emocional, que tomó las riendas de tu cuerpo frente a la mente racional.
Ese mismo mecanismo se activa cuando estamos en una conversación que se está yendo de las manos y empieza a volverse una discusión. Tu cerebro emocional interpreta que la parte racional está siendo incapaz de controlar la situación, y empieza a actuar diciendo: O huyes, o atacas.
Y, claro, cuando eso ocurre, a la mente de la otra persona le pasa algo parecido. Por lo tanto, ambos estáis en esa situación de atacar o huir (y solemos atacar, no nos vamos a engañar).
Esto puede ser muy visible en una discusión de pareja, pero no es la única situación en la que puede suceder. Piensa en una entrevista de trabajo en la que el entrevistador es especialmente agresivo. Seguramente, responderías de malas formas, porque dejarías que tu cerebro emocional tomase las riendas.
A estas situaciones en las que es el cerebro emocional el que toma las riendas se le llama secuestro emocional. Entonces… ¿Qué hacer?
Qué hacer para resolver el secuestro emocional en las discusiones
A continuación, te menciono algunas claves con las que podrás resolver las conversaciones difíciles, consiguiendo escapar del secuestro emocional que tan dañino puede llegar a ser.
1. Mantén la calma
Recuerda que, donde uno no quiere, dos no discuten. Mantener la calma y seguir con el tono de conversación hará que la persona que tienes enfrente también se ponga en ese tono, y se eviten los gritos.
Evitando una situación estresante, el cerebro racional puede seguir actuando, y, por lo tanto, el cerebro emocional no tiene necesidad de aparecer. Si te influyes de la ira de la persona que tienes enfrente, la bola se hará más y más grande.
2. Trata a la persona descontrolada como si fuera un niño
Si te enfrentas a un niño que está descontrolado, ¿verdad que no discutirías? Al fin y al cabo, está descontrolado y no va a hacer caso a tus razones. Pero tampoco te enfadarías, porque… es un niño.
En esas situaciones, lo que hacemos es esperar a que se pase el enfado y baje esa emocionalidad. Una vez eso ocurre, podemos volver a retomar la conversación desde un punto de vista racional.
3. Hablar más despacio
Cuando hablamos rápido no pensamos lo que decimos. Es el cerebro emocional el que habla por nosotros. Por lo tanto, el simple hecho de hablar más despacio contribuye a que pensemos mejor lo que decimos y, así, dejar que hable el cerebro racional.
También es importante pedirle a la otra persona que hable más despacio, para que entre en ese tono de conversación y hable su cerebro racional en lugar del emocional. ¡Pero cuidado! A las personas enfadadas no les gusta que les digan lo que hacer, así que pide las cosas por favor.
4. Hacer preguntas
Cuando haces preguntas, obligas a la otra persona a dar respuestas. Y… ¡Las respuestas las tiene que dar con su cerebro racional! Por lo tanto, si, en lugar de hacer afirmaciones, haces preguntas, poco a poco vas sacando a su cerebro emocional de la discusión.
Eso, a su vez, irá haciendo que la otra persona se calme. Así que no intentes justificarte, ni dar explicaciones, ni decir cómo te sientes. Limítate a hacer preguntas a la otra persona.
5. No retes a la otra persona, dale comprensión
Por último, una vez la otra persona te está dando sus explicaciones y respondiendo a tus preguntas, no deberías contradecirla. Puede que tengas razones para hacerlo, pero no es el mejor momento. Ya lo harás al día siguiente o unas horas después.
En ese momento, debes ser comprensivo, porque cualquier ataque o confrontación volverá a despertar esa parte emocional del cerebro, y volveréis a discutir en lugar de conversar.
Como puedes ver, gestionar las conversaciones difíciles es más fácil de lo que podría parecer. Siguiendo los consejos que te hemos dado en esta breve guía, podrás lograrlo sin mayor dificultad. ¡Recuerda que una buena comunicación es lo que nos hace humanos!