Edward Young fue un poeta que nació en Inglaterra. Nació el 3 de julio de 1683 y murió el 5 de abril de 1765 a los 81 años. Como dijimos, Edward Young, fue un poeta inglés del Prerromanticismo, recordado especialmente por su obra Night Thoughts, que popularizó la “poesía de cementerio”.
También escribió tragedias, como Busiris, o La venganza. Pero como señalábamos antes, su obra más conocida es Night Thoughts, título que se tradujo al español como Las Noches o Pensamientos Nocturnos. Es una obra algo tétrica, cargada de meditaciones sobre la muerte y lo que habrá detrás de ella.
Esta obra despertó en enorme interés en el mundo. En Europa, popularizó el tema sepulcral, la noche y la Luna, que influyó mucho en los autores románticos. En él viven y laten la melancolía, la fe, los pensamientos filosóficos y el amor y el dolor de su hija muerta.
Frases célebres de Edward Young
Cada noche morimos; cada mañana nacemos de nuevo. Cada día una nueva vida.
Nuestra vida no es sino una cadena de muchas muertes.
La fortuna de los ricos, la gloria de los héroes, la majestad de los todo acaba en un “aquí yace”.
Nuestra vida no es sino una cadena de muchas muertes.
Experiencia es el resultado de nuestras épocas en horas pasadas.
La dignidad comienza donde la jactancia acaba.
La vanidad es hija legítima y necesaria de la ignorancia; el hombre es un ciego que no sabe verse a sí mismo.
La vida es el desierto, la vida es la soledad, la muerte nos une con la gran mayoría.
La mañana es una sátira de hoy, y muestra su futilidad.
La amistad es el vino bueno de la vida.
Se oscurece el sol al mediodía y enmudece la música del alba cuando hay tristeza en el corazón.
Hay algo en la poesía que va más allá de la lógica de la prosa, hay misterio en ella, que no se puede explicar, sino admirar.
El ambicioso es un esclavo de lo mucho que desea; el hombre libre es el que nada desea.
La vanidad puede estar unida con un bien natural, pero la envidia supone siempre perversidad en el corazón.
Los remordimientos suplen la justicia.
La vanidad puede estar unida con un bien natural, pero la envidia supone siempre perversidad en el corazón.
Por la noche el ateo creé a medias en Dios.
El choque de las opiniones contrarias hace desaparecer los visos de la verdad.
La procrastinación es el ladrón del tiempo.
Los débiles tienen remedios, los sabios tienen alegrías; la sabiduría superior es felicidad superior.
Mañana es el día cuando trabajan los ociosos, y reforman los tontos.
Todos los hombres piensan que todos los hombres son mortales, menos ellos mismos.
Lee la naturaleza; la naturaleza es un amigo de la verdad.
El hombre que hace un personaje hace enemigos.
En un hombre bueno, el estar triste es una impiedad.
Los ignorantes son los encargados de cuidar los libreo, como los eunucos son los guardianes de las mujeres hermosas.
De noche, incluso un ateo casi cree en Dios.
Night Thoughts, de Edward Young
¡Silencio y oscuridad! ¡Solemnes hermanas!
gemelas desde la noche antigua,
que amamanta el tierno pensamiento para razonar,
y sobre la razón construye resolución,
(esa columna de verdadera majestad en el hombre)
ayúdame: te daré gracias en la tumba;
el sepulcro, tu reino: de allí caerá esta farsa,
una víctima sagrada para tu triste santuario.
Pero, ¿qué eres?
Tú, que pusiste en fuga
el primer silencio, cuando las estrellas de la mañana,
exultando, aullaron sobre la esfera naciente;
oh, tú, cuya palabra de la sólida oscuridad golpeó
esa chispa, el sol; también golpeó la sabiduría de mi alma;
mi alma, que vuela hacia ti, su confianza, su tesoro,
como avaros a su oro, mientras que otros descansan.
A través de esta opacidad de la naturaleza, y del alma,
esta doble noche transmite un rayo compasivo,
para aligerar, y alegrar. Oh, guía mi mente,
(una mente que se alejará de su aflicción)
llévala a las variadas escenas de la vida y la muerte;
y de cada escena, las más nobles verdades inspiran
menos mi conducta que mi canción;
enséñame mi mejor razón, la razón; mi mejor voluntad;
enséñame rectitud; y arreglar mi firme resolución
de sabiduría y amor, y pagar su largo retraso:
no permitas que el cuenco de tu venganza,
sobre esta cabeza dedicada, se vierta en vano.