Aleksandr Solzhenitsyn (1918-2008) fue un escritor ruso, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1970. Veterano militar soviético y prisionero político en los terribles campos de concentración soviéticos, conocidos como Gulag.
Aleksandr Solzhenitsyn fue condenado a trabajos forzados desde 1945 hasta 1956, año en el que fue liberado. Sufrió primero la ruina, luego el destierro y, por último, el exilio. Sus obras fueron censuradas en la Unión Soviética, pues criticaban el sistema soviético y sus infames campos de concentración (del que muy pocas personas salían con vida).
Entre las obras más célebres de Aleksandr Solzhenitsyn se encuentran:
- Archipiélago Gulag
- Carta a los dirigentes de la Unión Soviética
- Pabellón del cáncer
- Prisioneros
- Rusia bajo los escombros
- Los invisibles
Frases célebres de Aleksandr Solzhenitsyn
El hombre ha fijado para sí mismo el objetivo de conquistar el mundo, pero en el proceso pierde su alma.
Cualquier hombre que haya proclamado la violencia como su método está inevitablemente obligado a tomar la mentira como su principio.
Cuando la vida se teje con estambres legalistas surge una atmósfera de mediocridad moral que paraliza los más nobles impulsos humanos.
Los más impredecible y sorprendente para nosotros será el curso de los acontecimientos futuros.
Ser comunista, inteligente y bueno es totalmente incompatible. El que es inteligente y bueno no es comunista. El que es comunista y bueno no es inteligente. Y por supuesto, el que es comunista e inteligente, es imposible que sea bueno.
No tengo ninguna esperanza en Occidente, y ningún ruso debería tenerla… La excesiva comodidad y prosperidad han debilitado su voluntad y su razón.
Uno nunca debe dirigir a las personas hacia la felicidad, porque la felicidad es también un ídolo del mercado.
Un estado en guerra sólo sirve como excusa para la tiranía doméstica.
Para nosotros, en Rusia, el comunismo es un perro muerto, mientras que, para muchas personas en Occidente, sigue siendo un león que vive.
Produce náuseas por su extremado naturalismo y la tendencia a inculcar todos los miedos posibles e imaginables; sin embargo, su idea fundamental no es clínica sino social, y esto es precisamente lo que no se puede aceptar.
El reloj del comunismo ha dejado de funcionar. Sin embargo, su construcción concreta aún no ha llegado a caer. Por esa razón, en lugar de liberarnos a nosotros mismos, debemos tratar de salvarnos de ser aplastados por sus escombros.
La justicia es conciencia, no una conciencia personal, sino la conciencia de toda la humanidad. Los que reconocen claramente la voz de su propia conciencia por lo general también reconocer la voz de la justicia.
Me detuvieron por culpa de mi ingenuidad. Yo sabía que en las cartas del frente se prohibía hablar de los secretos militares, pero creía que estaba permitido pensar.
Más frases célebres de Aleksandr Solzhenitsyn
Sin el toque del aliento de Dios, sin restricciones en la conciencia humana, tanto el capitalismo como el socialismo son repulsivos.
Si uno es siempre prudente, ¿puede seguir siendo un ser humano?
Cualquiera a quien hayas privado de todo ya no está en tu poder, es de nuevo totalmente libre.
Precipitación y superficialidad son las enfermedades psíquicas del siglo XX, y más que en cualquier otro lugar, esta enfermedad se refleja en la prensa.
La literatura que no es aliento para la sociedad contemporánea, que no se atreve a transmitir los dolores y los temores de la sociedad, que no advierte a tiempo las amenazas contra la moral y los peligros sociales, no merece el nombre de literatura, sino que es sólo una fachada. Esa literatura pierde la confianza de su propio pueblo, y sus obras publicadas se utilizan como papel higiénico en lugar de ser leídas.
Para un país tener un gran escritor es como tener un segundo gobierno. Es por eso que ningún régimen ha querido nunca a los grandes escritores, sólo a los de menor importancia.
Produce náuseas por su extremado naturalismo y la tendencia a inculcar todos los miedos posibles e imaginables; sin embargo, su idea fundamental no es clínica sino social, y esto es precisamente lo que no se puede aceptar.
Cuando no había suficientes boxes, lo hacían también de la siguiente manera. En el NKVD de Novocherkask, a Yelena Strutínskaya la mantuvieron seis días en un pasillo sentada en una banqueta de manera que no pudiera recostarse en ninguna parte, sin dormir, sin caer ni levantarse. ¡Durante seis días! Intenten ustedes permanecer sentados así tan sólo seis horas.
Aleksandr Solzhenitsyn sobre la España franquista: Declaraciones a Televisión Española
Sus progresistas llaman dictadura al régimen vigente en España. Hace diez días que yo viajo por España y he quedado asombrado. ¿Saben ustedes lo que es una dictadura? He aquí algunos ejemplos de lo que he visto. Los españoles son absolutamente libres para residir en cualquier parte y de trasladarse a cualquier parte de España. Nosotros, los soviéticos, no podemos hacerlo. Estamos amarrados a nuestro lugar de residencia por la propiska (registro policial).
Las autoridades deciden si tengo derecho a marcharme de tal o cual población. También he podido comprobar que los españoles pueden salir libremente al extranjero. Sin duda saben ustedes que, debido a fuertes presiones ejercidas por la opinión mundial y por los Estados Unidos, se ha dejado salir de la Unión Soviética, con no pocas dificultades, a cierto número de judíos. Pero los judíos restantes y las personas de otras nacionalidades no pueden marchar al extranjero. En nuestro país estamos como encarcelados.
Paseando por Madrid y otras ciudades, he podido ver que se venden en los kioscos los principales periódicos extranjeros. ¡Me pareció increíble! Si en la Unión Soviética se vendiesen libremente periódicos extranjeros, se verían inmediatamente decenas y decenas de manos tendidas, luchando por procurárselos.
También he observado que en España uno puede utilizar libremente máquinas fotocopiadoras. Cualquier individuo puede fotocopiar cualquier documento depositando cinco pesetas en el aparato. Ningún ciudadano de la Unión Soviética podría hacer una cosa así. Cualquiera que emplee máquinas fotocopiadoras, salvo por necesidades de servicio y por orden superior, es acusado de actividades contrarrevolucionarias.
En su país —dentro de algunos límites, es cierto— se toleran las huelgas. En el nuestro, y en los sesenta años de existencia del socialismo, jamás se autorizó una sola huelga. Los que participaron en los movimientos huelguísticos de los primeros años de poder soviético fueron acribillados por ráfagas de ametralladoras, pese a que sólo reclamaban mejores condiciones de trabajo. Si nosotros gozásemos de la libertad que ustedes disfrutan aquí, nos quedaríamos boquiabiertos.
Hace poco han tenido ustedes una amnistía. La califican de “limitada”. Se ha rebajado la mitad de la pena a los combatientes políticos que habían luchado con las armas en la mano (se refiere a los terroristas). ¡Ojalá a nosotros nos hubiesen concedido, una sola vez en veinte años, una amnistía limitada como la suya! Entramos en la cárcel para morir en ella. Muy pocos hemos salido de ella para contarlo.