Muchas veces, las cosas que decimos o pensamos son verdaderas, pero sólo en cierta medida, ya que no es cierto para el cien por ciento de los casos o para el cien por ciento de las personas o circunstancias. Esto parece interesante, y podremos indagar más en ello a través de una distorsión del pensamiento: las etiquetas globales.
Los sentimientos negativos como la ansiedad, la ira y la depresión están causados muchas veces por pensamientos irracionales. Éstas son las distorsiones cognitivas. Estos pensamientos ocultan, ignoran o disfrazan la realidad y harán que nuestros esfuerzos para lograr lo que nos proponemos sean inútiles.
A lo largo de este artículo veremos detalladamente qué son las etiquetas globales, distorsiones cognitivas poco conocidas pero que pueden llegar a tener gran influencia en nuestra vida cotidiana.
¿Qué son las etiquetas globales?
En ocasiones, cuando pensamos en nosotros mismos o en las personas que nos rodean, tendemos a atribuir características que nos sirvan para definir a esas personas y en base a las cuales juzgamos a las mismas (Hoyos, Arredondo y Echevarría, 2007). Se suele elegir uno o dos rasgos de personalidad para etiquetar a alguien (o a uno mismo), como juicios de valor que hacemos de alguien por el simple hecho de llevar un corte de pelo particular, unos zapatos de tacón, tener una forma de expresarse muy marcada o por el contrario muy introvertida, frecuentar ciertos lugares, etc.
Las etiquetas globales es algo que consiste en darle a uno mismo o a otros un nombre general o una etiqueta globalizadora, generalmente designándolos con el verbo «Ser» (Cadena et al., 2018). Cuando etiquetamos, generalmente globalizamos todos los aspectos de una persona o evento desde la perspectiva del ser, reduciéndolo a un solo elemento. Esto conduce a una perspectiva estereotipada e inflexible del mundo y de las personas.
Las etiquetas globales es algo que consiste en darle a uno mismo o a otros un nombre general o una etiqueta globalizadora, generalmente designándolos con el verbo «Ser»
Una persona puede decir: «Las personas obesas son unas gandulas». Un paciente piensa de su terapeuta de manera idealizada: «Es una persona estupenda». Las palabras clave en este caso son «Es una persona estupenda». Es el resultado de incluir de manera insuficiente hechos distintos y específicos bajo una etiqueta. Por ejemplo, cuando un hombre tenía problemas para hablar con una mujer que le gustaba, decía: «Soy tímido, por eso me pasa esto».
Por lo tanto, las etiquetas globales consisten en etiquetar negativamente a todas las facetas de una persona, algo o nosotros mismos (Hoyos, Arredondo y Echevarría, 2007). Es muy irracional juzgar a alguien por un solo rasgo sin considerar los demás, lo que da como resultado una visión estereotipada e inflexible, siendo aquí donde está la base de los estereotipos y del reduccionismo que tanto encontramos en nuestro día a día.
Consecuencias de las etiquetas globales
Este tipo de etiquetas globales suelen causar sufrimiento a quienes lo llevan a cabo, entre otras cosas porque lo que suele suceder es que las personas ven reducida su riqueza de valores debido a que limitan sus relaciones sociales al excluir a los demás en función de esos «prejuicios» o creencias erróneas (Cadena et al., 2018).
A su vez, creen que como ellos piensan de esta manera sobre los demás, el resto también actuará o basará sus relaciones en base al mismo patrón (de la Villa y González, 2020). Esto se convierte en el pez que se muerde la cola, porque estas personas suelen volverse cada vez más desconfiadas y siempre en alerta ante el temor a ser evaluadas, como consecuencia del sesgo de «todo lo que pienso yo lo piensan los demás«.
Además, las etiquetas globales hacen que pensemos que después de cometer un error es imposible remediarlo o corregirlo, y esto se debe a que no tendremos la oportunidad de quitarnos las etiquetas negativas correspondientes que nos hemos puesto nosotros mismos o las que creemos que nos han puesto los demás (Cadena et al., 2018). En consecuencia, esto aumenta la ansiedad en las relaciones sociales debido al constante miedo a cometer errores y al pánico a ser evaluado por los demás en todas las circunstancias.
Las etiquetas globales hacen que pensemos que después de cometer un error es imposible remediarlo o corregirlo
En la peor situación, nos encontramos cuando tenemos una idea preconcebida de alguien y luego resulta que su comportamiento nos demuestra que en realidad no es como habíamos pensado (Hoyos, Arredondo y Echevarría, 2007). En este caso, comienza una especie de lucha interior en la que convergen sentimientos de antipatía (provocados por este tipo de pensamiento disfuncional que consiste en etiquetar a alguien) y sentimientos de deseo, conciliación e interés hacia la persona en cuestión, así como su comportamiento.
La persona se siente a disgusto consigo misma como resultado de esta lucha interna, lo que genera emociones como la rabia (hacia uno mismo o hacia la otra persona), la frustración, la impotencia, etc (de la Villa y González, 2020).
Cómo cambiar las etiquetas globales
Para superar este tipo de pensamiento disfuncional, es decir, las etiquetas globales, es fundamental entender que es completamente irracional valorar a alguien solo por algunos rasgos específicos sin considerar los demás (Cadena et al., 2018). Es necesario aprender a ser específico en las cualidades para no generalizar al conjunto a través de las etiquetas globales.
Por ejemplo, «en ocasiones se comporta de manera tacaña», «en ocasiones me siento triunfador», «la vi gastando mucho dinero en ropa», etc. (Hoyos, Arredondo y Echevarría, 2007). Si aprendemos a liberarnos de nuestras creencias erróneas y etiquetas globales, seremos más libres, entenderemos y empatizaremos mejor con los demás y, sobre todo, nuestra carga emocional será más positiva.
En ocasiones, las etiquetas globales son una carga innecesaria que nos frena, y basta con reconocerlas, evaluarlas y ser más adaptables para ser un poco más felices y permitirnos crecer como personas (Hoyos, Arredondo y Echevarría, 2007).
- Hoyos, M. L., Arredondo, N. H. L., & Echavarría, J. A. Z. (2007). Distorsiones cognitivas en personas con dependencia emocional. Informes psicológicos, 9, 55-69. https://revistas.upb.edu.co/index.php/informespsicologicos/article/view/783
- CADENA, S. E., Pilalumbo, W. F. R., JÁCOME, Y. G. T., & VILLAFUERTE, J. N. G. (2018). Análisis psicológico clínico de las distorsiones cognitivas y bienestar psicológico en adultos mayores. Revista de Ciencias de Seguridad y Defensa, 3(1), 8-8. https://doi.org/10.24133/rcsd.V3N1.2018.04
- de la Villa Moral-Jiménez, M., & Esther González-Sáez, M. (2020). Distorsiones Cognitivas y Estrategias de Afrontamiento en Jóvenes con Dependencia Emocional. Revista Iberoamericana de psicología y Salud, 11(1). https://bit.ly/3v3g0tM