El estrés térmico es un concepto que rara vez escuchamos, sin embargo, existe y puede afectarnos más de lo que parece. Imaginemos que estamos de excursión a plena luz del día y bajo unas condiciones de calor bastante elevadas. Nuestra excursión es por la montaña y es verano. Estamos sudando mucho. Empezamos a encontrarnos mal, sentimos náuseas y mareos. Incluso llega un punto en el que dejamos de sudar y la piel está caliente. Lo más seguro es que estemos siendo víctimas del estrés térmico.
A lo largo del artículo se podrá conocer qué es y en qué consiste el estrés térmico. Conoceremos los factores que lo determinan y aquellos que influyen en una sobrecarga. Al mismo tiempo, profundizaremos en cómo afectan ciertos factores individuales y, finalmente, veremos cuáles pueden ser las consecuencias de este tipo de estrés. ¡Comencemos!
Estrés térmico
Como describen Eugenia Monroy y Pablo Luna (2011), del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, «el estrés térmico corresponde a la carga neta de calor a la que los trabajadores están expuestos y que resulta de la contribución combinada de las condiciones ambientales del lugar donde trabajan, la actividad física que realizan y las características de la ropa que llevan».
Los autores señalan que «la sobrecarga térmica es la respuesta fisiológica del cuerpo humano al estrés térmico y corresponde al coste que le supone al cuerpo humano el ajuste necesario para mantener la temperatura interna en el rango adecuado». En el caso del estrés térmico, más que producir una alteración a nivel mental -que también- se produce una alteración a nivel físico.
Factores que determinan el estrés térmico potencial
- Humedad relativa.
- Temperatura del aire.
- Radiación.
- Velocidad del aire.
- Tipo de ropa.
- Actividad metabólica.
Parámetros que permiten controlar y determinar la sobrecarga térmica
- Temperatura corporal.
- Frecuencia cardíaca.
- Tasa de sudoración.
A pesar de existir una serie de variables que puedan facilitar conocer tanto el estrés térmico como la sobrecarga térmica, es difícil saber si alguien puede resultar afectado por este tipo de estrés. Las variables externas y la diferencia entre los individuos dificultan predecir el estrés térmico.
Factores individuales que influyen en el estrés térmico
Monroy y Luna (2011) enumeran una serie de factores individuales que influyen en el estrés térmico.
Edad
Las personas de mayor edad son más propensas a sufrir complicaciones de control de la circulación periférica o menor capacidad de mantener la hidratación. De esta forma, son más vulnerables al estrés térmico.
Obesidad
El sobrepeso favorece el estrés térmico producido por el aislamiento térmico que sufre el cuerpo. También influyen las posibles deficiencias cardiovasculares y la baja condición física. Aún así, cada persona puede suponer un caso diferente.
Hidratación
Durante el estrés térmico la pérdida de agua se produce a través del sudor, por lo que beber agua será la forma principal de rehidratarse. Para ello, será bueno beber cada cierto tiempo, ya que en muchas ocasiones, la sensación de sed no equivale siempre a la cantidad perdida de agua.
Medicamentos y bebidas alcohólicas
En relación a los medicamentos, se deberá prestar especial atención a aquellos que sean anticolinérgicos ya que pueden llegar a inhibir el sudor. También los sedantes pueden afectar a la sensación de sed. La circulación periférica es un aspecto importante en la termorregulación, por lo que debemos comprobar si los fármacos que tomamos pueden afectar.
El alcohol, aunque sea en bajas dosis, disminuye la capacidad de termorregulación (incluyen los reflejos vasomotores y la sudoración) y aumenta la probabilidad de una bajada de tensión. Así pues, el alcohol afecta a la respuesta del cuerpo en relación al estrés térmico y produce vasodilatación periférica y diuresis.
Género
El género no es algo que está todavía muy claro en cómo puede afectar. Depende mucho de la condición física de cada persona más que del género en sí. Por otro lado, los autores señalan que existen estudios que aseguran que una temperatura interna de 38 grados puede producir infertilidad temporal. Así como riesgo de malformación en el feto durante el primer trimestre de embarazo su la temperatura de la madre sobrepasa los 39 grados durante un periodo largo.
Aclimatación
Se trata de un proceso que puede durar entre 7 y 14 días. El cuerpo se adapta, poco a poco, a trabajar en condiciones de calor. La aclimatación se produce bajo unas determinadas condiciones, por lo que si éstas cambian, la aclimatación corre peligro. Como señalan Monroy y Luna, «los beneficios consisten en mejorar la efectividad y la eficiencia de la distribución y pérdida de calor, mejorar el confort en la exposición a las altas temperaturas e impedir o dificultar la aparición de la sobrecarga térmica».
Efectos sobre la salud de la exposición al calor
Deshidratación y pérdida de electrolitos
Cuando estamos expuestos de forma continua al calor, el cuerpo comienza a perder agua y electrolitos a través del sudor. Para ello, el mejor indicador de deshidratación no es la sed, sino los calambres musculares y los problemas gastrointestinales.
Síncope por calor
El síncope de calor puede producir pérdida de conciencia o desmayo. A nivel general, es debido a la falta de aclimatación.
Agotamiento por calor
La causa principal es la deshidratación y suele observarse a través de la pérdida de la capacidad de trabajo, las habilidades motoras se vuelven lentas, fatiga, náuseas, etc.
Golpe de calor
Las condiciones han provocado que la termorregulación no sea bastante para combatir el calor. El cuerpo ha puesto en marcha la mayoría de sus defensas para combatir la hipertermia pero no es suficiente. La temperatura interna sube por encima de los 40,5 grados, la piel se calienta y se seca debido a que ya no hay sudoración. Se requiere de asistencia médica y hospitalización. Las consecuencias pueden mantenerse varios días.
Reflexión final
Sin duda, el verano es una época para disfrutar de la playa y de actividades al aire libre, pero debemos extremar la precaución. Sobre todo, cuando se realizan ejercicios o trabajos bajo altas temperaturas de forma prolongada. Protegerse en las horas de máxima temperatura y estar correctamente hidratados, será fundamental para luchar contra el estrés térmico.
Monroy, E. y Luna, Pablo. (2011). Estrés térmico y sobrecarga térmica: evaluación de los riesgos (I). Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo.