Para Anabel cada día es una batalla para lograr seguir adelante. Muchos días no tiene ánimo suficiente ni siquiera para levantarse de la cama y cuando su marido vuelve a casa por la noche, la encuentra todavía en pijama y con la cena sin preparar. Llora muy a menudo y hasta sus momentos de mejor humor se ven interrumpidos por ideas de fracaso e inutilidad.
En el complejo espectro de los trastornos mentales, la depresión y la ansiedad destacan como dos de los trastornos más prevalentes que afectan a nuestra sociedad actual. A menudo son vistas como entidades separadas, pero en realidad, estas condiciones frecuentemente coexisten y se influyen mutuamente, complicando tanto el diagnóstico como el tratamiento.
Este artículo explora la relación intrínseca que existe entre depresión y ansiedad, a través de un análisis detallado de sus síntomas y causas, buscamos ofrecer una comprensión más profunda de estos trastornos, facilitando así una mejor gestión y recuperación para quienes los padecen.
En qué consiste la depresión
La depresión es un trastorno que se caracteriza por sentimientos de infelicidad, decaimiento, desánimo e incluso indignidad y culpabilidad. La persona que así se siente, se ve incapaz de disfrutar de las cosas que le rodean, pierde el interés por el entorno y le resulta difícil concentrarse. Curiosamente, en ocasiones el estado de ánimo predominante es la irritabilidad.
Este desorden afecta entre el 3 y el 10 por ciento de la población general, de los cuales la prevalencia es el doble en mujeres que en hombres. Se puede padecer a cualquier edad, ya sea un niño o una persona mayor, aunque entre los 20 y los 50 años son las edades en las que se sufre con mayor frecuencia. Diversos estudios han mostrado que la depresión puede ser recurrente, y aproximadamente la mitad de las personas que la experimentan una vez pueden volver a tener episodios.
Por desgracia, muchas de las personas que padecen depresión, nunca se han puesto bajo tratamiento. Los orígenes de esta enfermedad son muy diversos, ya que pueden influir factores biológicos, físicos y psicosociales. En los factores biológicos se han descrito evidencias de alteraciones en los neurotransmisores y hormonas que parecen influir en la disminución de la serotonina cerebral, clave para el bienestar emocional general.
Con respecto a los factores psicosociales, estos pueden ser de muy diversa índole, desde la muerte de un ser querido, pasando por una ruptura sentimental, la pérdida del trabajo o incluso el nacimiento de un hijo. En el primer caso es la que los psicólogos llaman depresión endógena, el segundo se trata de una depresión reactiva o exógena.
Los principales síntomas de un cuadro depresivo
- Sensación de tristeza o vacío
- Insomnio o sueño excesivo
- Irritabilidad
- Aumento o disminución de peso
- Aumento o disminución de actividad física
- Pérdida de interés o placer al realizar actividades cotidianas
- Fatiga
- Sentimientos de culpa
- Baja autoestima
- Dificultad para concentrarse
- Ataques de llanto
- Pensamientos frecuentes de muerte
¿Qué es la ansiedad?
En principio, la ansiedad es una respuesta natural del cuerpo a situaciones de estrés, percepción de peligro o amenaza inminente. A nivel psicológico y fisiológico, prepara al individuo para enfrentar o huir de amenazas, un mecanismo conocido como la respuesta de «lucha o huida». Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve constante, excesiva y desproporcionada en relación con la situación que la desencadena, puede evolucionar hacia un trastorno de ansiedad, complicando significativamente la vida diaria del individuo.
El trastorno de ansiedad se caracteriza por una preocupación excesiva, nerviosismo y miedo intensos, que son desproporcionados a las situaciones que los desencadenan. Este trastorno se manifiesta a través de síntomas físicos palpables como palpitaciones, sudoración, temblores, y dificultades respiratorias, y emocionales, como son la irritabilidad y una preocupación constante que no se puede controlar. Aquellos que sufren de ansiedad pueden experimentar también un estado de alerta constante que deteriora su capacidad para relajarse y disfrutar de la vida cotidiana.
Este trastorno puede afectar a cualquier persona, independientemente de su edad o sexo, aunque ciertas formas, como la ansiedad social, tienden a comenzar en la adolescencia, y otras, como la ansiedad generalizada, son más frecuentes en la adultez.
Características principales de la ansiedad
- Respuesta de Alerta: Se caracteriza por un estado de hipervigilancia. El cerebro está en constante alerta de señales de peligro, lo que puede causar agotamiento mental y físico debido a la constante activación del sistema nervioso.
- Síntomas Físicos:
- Palpitaciones y taquicardia: Sensación de un corazón latiendo demasiado rápido o fuerte.
- Sudoración: Incremento en la sudoración, independientemente de las condiciones térmicas.
- Temblores: Movimientos involuntarios y temblorosos, especialmente en las manos.
- Mareos o sensación de desmayo: Desorientación o casi pérdida de conciencia, que puede impedir la capacidad de mantenerse de pie o sentado.
- Respiración acelerada (hiperventilación): Respiración rápida y superficial que puede llevar a sensaciones de pánico.
- Sensación de ahogo: Dificultad para respirar, como si el aire nunca fuera suficiente.
- Síntomas Emocionales:
- Preocupación constante: Pensamientos recurrentes sobre potenciales peligros o malos resultados.
- Nerviosismo: Incapacidad para relajarse, sentirse siempre «en el filo».
- Irritabilidad: Tendencia a enojarse fácilmente debido a la tensión acumulada.
- Dificultad para concentrarse: Incapacidad de ignorar las preocupaciones lo suficiente como para enfocarse en tareas a mano.
- Temor intenso (fobia): Miedo irracional y abrumador hacia objetos o situaciones específicas.
- Síntomas Conductuales:
- Evitación: Tendencia a esquivar personas, lugares o situaciones que provocan ansiedad.
- Dependencia de rutinas o rituales específicos: Intentos de controlar la ansiedad a través de la repetición de actos que se perciben como seguros o reconfortantes.
- Problemas de sueño: Dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido, despertares nocturnos frecuentes.
La ansiedad, compañera inseparable de la depresión
Por desgracia, la ansiedad puede ser un factor etiológico de la depresión. Es decir, que un estado depresivo puede estar precedido por períodos de ansiedad persistente.
La presencia de ansiedad en personas con depresión es tan común que los estudios sugieren que una gran proporción de pacientes con un trastorno depresivo mayor también cumplen criterios para un trastorno de ansiedad. Esta comorbilidad no solo complica el diagnóstico y tratamiento, sino que también puede intensificar la severidad de ambos trastornos, afectando dramáticamente la calidad de vida del paciente.
La ansiedad puede preceder a la depresión, actuando como un catalizador que desencadena el trastorno depresivo debido a la constante tensión emocional y estrés. A su vez, la depresión puede intensificar la ansiedad, creando un ciclo de retroalimentación negativa donde cada trastorno potencia al otro. Ambos trastornos comparten varios síntomas psicológicos y físicos como problemas de sueño, irritabilidad, dificultad de concentración, y fatiga, lo que puede hacer difícil para los profesionales de la salud distinguir entre uno y otro sin una evaluación comprensiva.
Los factores de riesgo como la genética, los desequilibrios neuroquímicos —particularmente los niveles de serotonina y norepinefrina—, y factores ambientales como el estrés crónico y traumas, son contribuyentes conocidos tanto de la ansiedad como de la depresión.
La ansiedad agrava todos los aspectos de la depresión. La presencia de ansiedad puede prolongar la duración de un episodio depresivo y hacer que los síntomas depresivos sean a menudo más intensos. Además, el riesgo de pensamientos y comportamientos suicidas aumenta significativamente en pacientes que sufren de ambas condiciones.
La tristeza forma parte de la vida. Es una respuesta natural a un sentimiento de pérdida, derrota, decepción, trauma o catástrofe. Muchas veces decimos que estamos deprimidos, pero en realidad estamos entristecidos. Normalmente los sentimientos de tristeza comienzan a desaparecer, y aunque nuestros días tengan altas y bajas, la tendencia es más hacia las altas. Si esto no sucede relativamente rápido, puede ser necesaria la ayuda de un profesional para aprender cómo ajustarnos a la nueva situación estresante, por ejemplo, la muerte de un ser querido o la ruptura de una pareja.
Tratamiento de la depresión
Las depresiones reactivas o exógenas son las más comunes. No presentan ciclos temporales regulares, por lo general no responden del todo bien a los psicofármacos, no se hallan genéticamente predispuestas y sí responden positivamente distintas terapias psicológicas. Es un estado más benigno y la recuperación se ve influida por factores de personalidad.
Las depresiones endógenas no son desencadenadas por ningún acontecimiento externo, presentan ciclos temporales regulares. Responden mejor al tratamiento con psicofármacos combinado con tratamiento psicológico y pueden tener un origen hormonal. También pueden hallarse genéticamente predispuestas.
La comorbilidad de ansiedad y depresión puede hacer que ambos trastornos sean más resistentes a los tratamientos convencionales, incluidos los medicamentos y la terapia psicológica.
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