Hagamos memoria… cuántas veces hemos escuchado en las noticias: era un hombre aparentemente normal, que además gozaba de buena reputación y que jamás había levantado sospechas, y de repente un día lo ves detenido y acusado de una serie de crímenes que ni sus más allegados sospecharían que sería capaz de cometer. Es decir, alguien totalmente integrado en la comunidad que pasa a ser, de la noche a la mañana, en un criminal.
¿Quieres conocer cómo identificar a un psicópata? ¡Continúa leyendo!
Aclaraciones iniciales importantes
En primer lugar, debo aclarar que, si bien los psicópatas no tienen por qué cometer actos delictivos o crímenes, sí es cierto que por sus características son proclives a romper las normas de convivencia.
Ni todos los psicópatas son asesinos, ni todos los asesinos son psicópatas.
Sin embargo, la mayoría de ellos son personas integradas en la sociedad que se ocultan entre las personas normales, porque, aunque un psicópata parece una persona normal, no lo es.
Tal como indica Robert Hare: «No todos los psicópatas son criminales. Están en los negocios, el gobierno, la academia y los medios de comunicación. Encontrarás una gran cantidad de estas personas, pero no están cometiendo actos delictivos. Ellos se aprovecharán de la gente».
En segundo lugar, también es importante aclarar que, si bien existen mujeres psicópatas, el porcentaje es menor que en el caso de los psicópatas varones (por ejemplo, Patrick Nogueira), por ello voy a utilizar el género masculino en base a esta aclaración.
Próximamente veremos el llamado caso “Crimen de Patraix”, donde María Jesús Ruíz representa un claro ejemplo de mujer psicópata.
¿Qué son los trastornos de personalidad?
Los trastornos de la personalidad se caracterizan por un patrón de funcionamiento rígido e inflexible, como para experimentar dificultades de adaptación en el entorno (área social, familiar, académica o laboral, etc.).
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (APA , 2013) DSM-V, define el trastorno general de la personalidad como un patrón perdurable de experiencia interna y comportamiento que se desvía notablemente de las expectativas de la cultura del individuo.
Este patrón se manifiesta en dos (o más) de los ámbitos siguientes:
- Cognición (es decir, maneras de percibirse e interpretarse a uno mismo, a otras personas y a los acontecimientos).
- Afectividad (es decir, amplitud, intensidad, labilidad e idoneidad de la repuesta emocional).
- Funcionamiento interpersonal.
- Control de los impulsos.
El patrón perdurable es inflexible y dominante en una gran variedad de situaciones personales y sociales.
Además, causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento; es estable y de larga duración, y su inicio se puede remontar al menos a la adolescencia o a las primeras etapas de la edad adulta.
Finalmente es importante indicar que no se explica mejor como una manifestación o consecuencia de otro trastorno mental; y que el patrón perdurable no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia u otra afección médica.
Siguiendo la clasificación propuesta por el DSM-V, este contempla un total de 10 trastornos de personalidad divididos en tres grupos:
- Grupo A: paranoide, esquizoide y esquizotípico.
- Grupo B: antisocial, límite, histriónico y narcisista.
- Grupo C: evasiva, dependiente y obsesivo compulsivo.
El trastorno de la personalidad antisocial
Cuando hablamos de psicopatía, estamos haciendo referencia al trastorno de la personalidad antisocial, diagnosticado en personas adultas.
Como diagnóstico lo podemos encontrar en el CIE-10 (Clasificación internacional de enfermedades, OMS 10.ª Edición), en el capítulo 5, en el F60.2 como trastorno de personalidad antisocial; mientras que en el DSM-V se encuentra en el grupo B de los trastornos de personalidad.
Cada trastorno de personalidad tiene su propio conjunto de criterios de diagnóstico y el trastorno de personalidad antisocial (DSM V) se caracteriza por un patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás, que se produce desde los 15 años de edad, y que se manifiesta por 3 o más de los hechos siguientes:
- Incumplimiento de las normas sociales respecto a los comportamientos legales, que se manifiesta por actuaciones repetidas que son motivo de detención.
- Engaño, que se manifiesta por mentiras repetidas, utilización de alias o estafa para provecho o placer personal.
- Impulsividad o fracaso para planear con antelación.
- Irritabilidad y agresividad, que se manifiesta por peleas y agresiones físicas repetidas.
- Desatención imprudente de la seguridad propia o de los demás.
- Irresponsabilidad constante, que se manifiesta por la incapacidad repetida de mantener un comportamiento laboral coherente o cumplir con las obligaciones económicas.
- Ausencia de remordimiento, que se manifiesta con indiferencia o racionalización del hecho de haber herido, maltratado o robado a alguien.
Además, para el diagnóstico de este trastorno de personalidad la persona debe tener como mínimo 18 años, aunque existen evidencias de la presencia de un trastorno de la conducta con inicio antes de los 15 años.
¿Cómo identificar a un psicópata?
Cuando hablamos de normalidad, es posible diferenciar tres tipos:
- La que hace referencia a la idea de lo común o frecuente, es decir, lo que resulta estadísticamente habitual con relación al fenómeno que estamos estudiando;
- La que hace referencia al ámbito moral, es decir, es anormal aquello que repudia nuestra moralidad y que ofende nuestra sensibilidad;
- La médica, psiquiátrica o psicológica. En este caso, normal hace referencia a que una persona sabe lo que hace y quiere hacerlo.
Teniendo en cuenta esto, los psicópatas diferencian perfectamente entre lo que está bien y lo que está mal, pero les da lo mismo porque se sienten por encima de las exigencias de respeto y trato humano que se nos impone a todas las personas por el mero hecho de nacer personas y de crecer en una sociedad.
No se ve asaltado por la culpa si transgrede las normas de convivencia que todas las personas asumimos.
Los psicópatas suelen llevar una vida aparentemente normal, aunque en ocasiones se salen de esa normalidad para protagonizar actos delictivos que pueden llegar al nivel de agresiones e incluso asesinatos.
De forma irónica, muchos psicópatas se ven a sí mismos como las víctimas reales de la situación que viven, ya sea debido a su infancia problemática o a otras circunstancias de su vida. Lo cierto es que no hay nada en los antecedentes o experiencias de un psicópata que le empujen por así decirlo, al mal.
Cuando eligen el mal, lo eligen sabiendo perfectamente lo que eso significa y las consecuencias que conlleva.
Además, un psicópata se caracteriza por mostrar un comportamiento que no reconoce otra ética que la propia. Actúa para obtener aquello que le place, sin importarle lo más mínimo el sufrimiento (o muerte en el peor de los casos) que impone a sus víctimas.
Lo que diferencia a este trastorno de los demás es su sintomatología, los rasgos que presenta, y el hecho de que la persona disfruta haciendo lo que hace, pues un psicópata no ve razón alguna para cambiar.
Desde el punto de vista de la relación con las demás personas, los psicópatas son arrogantes, superficiales, engañosos y manipuladores. Respecto a su mundo afectivo, sus emociones son huecas, sin profundidad y volátiles, siendo incapaces de desarrollar vínculos sólidos con las personas pues carecen de empatía, ansiedad o sentimientos de culpa. Por otra parte, respecto a su conducta, son irresponsables, impulsivos y tienen la necesidad de buscar sensaciones nuevas.
Hay dos cualidades en concreto que hacen del psicópata una persona peligrosa: el ocultamiento y la simulación, pues son capaces de fingir lo que no son y de aparentar propósitos y emociones que no poseen.
¿Un psicópata es un enfermo mental?
El trastorno antisocial de la personalidad es un diagnóstico, pero no es sinónimo de “enfermedad mental” por así decirlo. Si entendemos por enfermo mental aquella persona que pierde el contacto con la realidad, el psicópata no lo es, pues conoce la diferencia entre el bien y el mal.
Pero si es importante señalar que los avances en la neuropsicología han permitido comprobar que presentan ciertas disfunciones en su sistema nervioso.
Sin embargo, teniendo en cuenta esto:
¿Qué marca la diferencia entre aquellos que viven una vida sin cometer crímenes y aquellos que los cometen?
No hay duda de la enorme importancia del ambiente, del medio. Un medio social donde se aprende la violencia y la dureza emocional puede llevar a una persona propensa a la psicopatía a ser un peligroso delincuente, mientras que un medio compensador y ordenado puede lograr que la desviación social sea moderada.
Tal es así que se podría asegurar que existen dos elementos causales fundamentales:
- Una alteración psicofisiológica, un posible daño del sistema nervioso.
- El conjunto de influencias familiares, educativas y sociales que la persona recibe a lo largo de su vida.
Finalmente, es importante recalcar en el caso de los psicópatas que cometen delitos que la existencia de este tipo de anomalías cerebrales relacionadas con la psicopatía no es motivo de eximente penal.
¿Un psicópata se arrepiente?
Un psicópata no se arrepiente porque no tiene la capacidad de arrepentimiento. Si pide perdón, es un perdón sin sentimiento. No experimentan ninguna preocupación por las consecuencias de sus actos en los demás y, en ocasiones lo manifiestan claramente.
Cuando aseguran que lo sienten no es más que por ofrecer una buena imagen, además sus palabras anteriores y posteriores así como sus hechos suelen contradecir ese arrepentimiento.
Son personas que carecen de conciencia moral dado que viven bajo su propio esquema de valores, haciendo lo que ellos consideran necesario para satisfacer sus necesidades.
Manifestaciones en la infancia: prevención
Como hemos visto, existen evidencias de la presencia de un trastorno de la conducta con inicio antes de los 15 años, por lo que la mejor manera de intentar prevenir es intervenir durante la infancia porque es el momento en el que se está creando la personalidad.
Algunas pautas aconsejables son:
- Observar a los menores y prestar mucha atención a sus emociones y sentimientos, así como a sus actos y a las consecuencias de los mismos.
- Mostrar rigurosidad y un comportamiento siempre respetuoso, no saltándose las normas o los límites (los cuales deben ser captados por los menores con claridad). Los niños aprenden viendo a sus padres y madres, y es por ello que es importante que contemplen siempre una actitud correcta.
- Enseñar a no ser vengativos y no emplear la mentira como parte de su repertorio habitual.
- Cuando hace daño a alguien o a algún animal, hay que hacerle entender que lo ha hecho mal, que no es admisible y recalcar que debe disculparse como corresponde.
Finalmente, si el comportamiento preocupante se repite, es necesario recurrir a atención psicológica para poder atajar un problema que puede llegar a ser muy grave en el futuro.
En la búsqueda de un plan de tratamiento la «intervención temprana realmente ha sido lo único que ha demostrado ser eficaz», explica Matt Logan, destacado investigador y antiguo psicólogo penitenciario.
