La formación de impresiones se refiere al proceso por el cual se infieren características psicológicas a partir de la conducta, así como otros atributos de la persona observada, y se organizan estas inferencias en una impresión coherente. Es un proceso a través del que inferimos cosas como atributos a lo largo de una impresión.
El tema de la formación de impresiones ha sido muy estudiado en Psicología, especialmente desde la Psicología Social, ya que es un tema de gran relevancia del que podemos observar detalles en nuestro día a día, ya que estamos constantemente generando y formando nuevas impresiones.
En el artículo de hoy, desde Psicoactiva, veremos al detalle en qué consiste la formación de impresiones, así como las principales teorías explicativas existentes. Tras ello, veremos algunos de los factores fundamentales que influyen en la formación de impresiones, tanto desde el perceptor como desde el percibido o desde el propio contenido de la percepción.
Teorías sobre la formación de impresiones
Ahora que ya sabemos en qué consiste la formación de impresiones, podemos pasar a ver las tres principales teorías explicativas sobre dicho proceso.
1. Modelo de Asch
Desde el modelo de Asch, al pertenecer a la Gestalt, percibimos como un todo, pero hay rasgos que percibimos que tienen más fuerza sobre la impresión final (rasgos centrales) que los otros (rasgos periféricos) (Orgambídez et al., 2011). Asch defiende una concepción gestáltica, según la cual los diversos elementos están organizados como un todo, como una Gestalt, de forma que cada rasgo afecta y se ve afectado por todos los demás, generando una impresión dinámica.
No todos tienen el mismo impacto en la formación de impresiones, aunque estén relacionados entre sí. Hay algunos que sirven como elementos aglutinadores de la impresión: rasgos centrales; al resto los llamó rasgos periféricos. Hizo un experimento donde dio a sus alumnos dos listas de adjetivos y les pidió una descripción de alguien con esos rasgos. Había una diferencia entre las dos listas; una contenía el rasgo «afectuoso» y la otra «fría». Las redacciones de los alumnos eran diferentes, por lo que concluyó que ese rasgo era central y los otros periféricos, porque hacía cambiar la impresión final.
Para entender de qué dependía que el rasgo fuese central o periférico en la formación de impresiones, hizo otro experimento (Orgambídez et al., 2011). Utilizó los mismos adjetivos y vuelve a meter la diferencia de otro rasgo, pero se encuentra que, en este caso, esos rasgos no eran centrales y no determinaban la impresión. Por lo tanto, concluyó que depende del contexto que unos rasgos sean centrales o periféricos. La diferencia entre un rasgo central y uno periférico se aprecia en el impacto que tiene la impresión resultante.
2. Modelos de combinación lineal de Salomón
Desde esta teoría de formación de impresiones, Salomón dice que la impresión se forma sumando y promediando (Soto Sanfiel, 2008). Los elementos informativos no cambian de significado, sino que se combinan entre sí, se suman, se promedian o se multiplican, de tal manera que la impresión resultante es fruto de la combinación aditiva de algunas propiedades estímulos. El valor de cada rasgo es independiente del valor de los demás (es la diferencia con el modelo de Asch, según quien todos los rasgos están interrelacionados). Es álgebra. Hay dos modelos:
- Modelo suma: dice que la impresión es la suma de las cualidades. La formación de impresiones se realizaría a través de la suma de nuestra puntuación subjetiva hacia ciertos rasgos.
- Modelo promedio: dice que solo la suma no, que cuando percibimos, promediamos, la media de todos los adjetivos que presentemos; no es cuestión de cantidad sino de calidad. La formación de impresiones se realizaría a través del promedio de nuestra puntuación subjetiva hacia ciertos rasgos.
3. Modelo de Fiske y Neuberg
Estos autores dicen que ni el modelo de suma ni el de promedio son los que utilizamos en la formación de impresiones, sino que los dos tienen razón, unas veces usamos uno y otras veces otro (Soto Sanfiel, 2008). Consiste en un modelo secuencial de formación de impresiones, siguiendo una secuencia lineal en la que vemos pasando etapas:
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- Primero, categorización inicial: veo, percibo y hago una categorización automática. Si carece de interés esa persona para nosotros, ahí se acaba el proceso, pero si estoy interesado, sigo. Por ejemplo, veo a una persona y pienso que es de derechas.
- Segundo, confirmación de categorización: prestar atención y registrar nueva información. Me permite confirmar lo primero que pensé. Si no confirmo, tengo que recategorizar. Por ejemplo, veo que lleva náuticos y, haciendo caso de los estereotipos, digo que efectivamente, es de derechas.
- Por último, recategorizar: vamos a pensar ya en la persona y no en la categoría, individualizo a la persona, aunque solamente si estoy interesado en ella.
- Integración: integramos “pieza a pieza” nuestras impresiones y la información que recogemos habiendo individualizado a la persona y dejando atrás la categoría, aunque ésta seguirá influyendo en mi comportamiento.
Fiske y Neuberg hablan de dos elementos fundamentales (Soto Sanfiel, 2008):
- Categorización social: uso elementos del grupo al que pertenece esa persona, generalmente sobre el género, la edad, atributos físicos, nacionalidad… Realmente estas categorías son atajos mentales, pero implican un riesgo de error enorme.
- Estrategia de individualización: intentamos corregir el error de la categorización y ahí ya usamos información de la propia persona. En este proceso ya el grupo al que pertenece no es importante.
¿Qué hace que vayamos por un proceso o por otro? Depende de dos cosas: querer y poder. Poder: disponer de la capacidad para procesar esa información. Querer: la motivación, interés, me ha gustado la persona, me interesa… Lo primero que sucede es la categorización espontánea y, si tenemos la motivación y los recursos necesarios, pasamos a la individualización.
Factores que influyen en la formación de impresiones
En cuanto a los factores que influyen en la formación de impresiones, los dividimos en tres tipos: los factores asociados al perceptor, los asociados a la persona o al manejo de la impresión y los asociados al contenido de la percepción.
Factores asociados al perceptor en la formación de impresiones (Salazar et al., 2015):
- Motivaciones y necesidades del perceptor: experimentos de niños ricos y niños pobres donde se les daba monedas y de les hicieron varias pruebas, mostraron que los niños pobres sobreestimaban el valor de las monedas (pensaban que eran más grandes de lo que eran).
- Metas: cuando percibimos a alguien nos influye dependiendo de la situación en la que estemos:
- Situación de acción: me interesa conseguir un objetivo, no conocer a la persona, no percibir.
- Situación de diagnóstico: sí me interesa percibir y hacerme una idea lo más fiable posible de la persona, como en una entrevista de trabajo.
- Autoestima del perceptor, por ejemplo, cuando quiero sacar lo malo de una persona para elevarme a mí.
- El poder de la persona percibida: la capacidad que tiene una persona de darnos refuerzos o castigos, consecuencias positivas o negativas.
Factores asociados a la persona o al manejo de la impresión (Salazar et al., 2015):
- Congraciamiento: aparecer de la forma más positiva (con el fin de conseguir algo) posible ante la otra persona, hacer coincidir gustos, ideas, creencias…
- Autopromoción: mostrar nuestras cualidades y ocultar los defectos.
- Intimidación: a través de esto, mostramos poder e influimos a alguien para conseguir algo.
- Suscitar en los demás el deber moral: crearte un cargo de conciencia para conseguir algo, como a través del chantaje emocional.
- Autoincapacidad: avanzar un posible fracaso, justificarnos antes de que se produzca el fracaso. Por ejemplo, tengo un examen y le digo a mis compañeros que he estado toda la noche vomitando para anticipar el fracaso del examen y que mi autoestima quede a salvo. Pero, si luego apruebo, mi autoestima se eleva aún más.
- Aprovecharse del reflejo de la gloria de los otros: tendencia a asociarnos con el éxito y alejarnos del fracaso de los demás. En esto, hay rasgos de personalidad que influyen.
- El efecto baba: personas que lamen (babean) arriba y patean abajo (puestos inferiores). Por ejemplo, personas que adulan a sus jefes y patean a los otros para quedar mejor ellos. La paradoja de estas tácticas es que cuando se usas en exceso pueden provocar el efecto contrario.
Factores asociados al contenido de la percepción en la formación de impresiones (Salazar et al., 2015):
- Efecto de orden: qué es lo primero que influye en la percepción. Hay dos, aunque en la formación de impresiones nos influye el primero:
- Efecto primacía (lo primero).
- Efecto recencia (lo último).
- Información positiva o negativa: si hay ambos, tienen más peso los negativos porque son más fáciles de confirmar y más difíciles de desmentir, mientras que los positivos son, al contrario, difícil de adquirir, pero fácil de quitar. Sucede así porque todos sabemos que tendemos a manipular nuestra imagen frente a los demás.
- Información única y redundante: algo definitivo que hace que nuestra percepción cambie. Por ejemplo, conocer a alguien y enterarte que vota a x partido político y cambia tu percepción de él.
- Carácter ambiguo de la información: depende de la visibilidad de los rasgos. Por ejemplo, algunos rasgos visibles son alto, hablador… mientras que menos visibles son inteligente, honradez… Estos últimos necesitan mucha información para demostrarlo.
- Orgambídez, A., Mendoza, M. I., Carrasco, A. M., Gonçalves, G., & Gómes, A. (2011). El efecto de estar “empleado”,“desempleado” y “jubilado” en la formación de impresiones: un análisis desde la hipótesis de Asch. Revista de Psicología Social, 26(1), 119-130. https://doi.org/10.1174/021347411794078471
- Soto Sanfiel, M. T. (2008). Efecto del tono de voz y de la percepción del rostro en la formación de impresiones sobre los hablantes mediáticos. Comunicación y sociedad, (10), 129-161. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0188-252X2008000200006&script=sci_abstract&tlng=pt
- Salazar, J., Montero, M., Muñoz, C., Sánchez, E., Santoro, E., & Villegas, J. (2015). Percepción social. http://metabase.uaem.mx/bitstream/handle/123456789/1059/264_3.pdf